Esa noche fue interminable. Cada vez que cerraba los ojos, las palabras de Lisa regresaban como un eco: “Seguro y se acuerda de lo que hicimos el jueves.” No había forma de apagar ese pensamiento ni de calmar el nudo en mi garganta. El amanecer me encontró despierta, con los ojos hinchados y el cuerpo agotado por las vueltas en la cama.
Cuando finalmente decidí levantarme, busqué a Juan, pero su lado de la cama estaba vacío. La sensación de vacío en mi pecho se hizo más grande. Bajé las escaleras con pasos lentos, tratando de prepararme para cualquier cosa.
Juan estaba sentado en la mesa del comedor, leyendo algo en su teléfono mientras desayunaba tranquilamente.
Al verme, me dirigió una sonrisa cálida.—Buenos días, amor —dijo, mientras tomaba un sorbo de su café—. ¿Te desvelaste otra vez? Te ves cansada.
Intenté esbozar una sonrisa, pero mi mente estaba en otra parte.
—Un poco... no pude dormir bien —murmuré, sentándome frente a él.
Juan dejó el teléfono a un lado y me miró con una mezcla de preocupación y cariño.
—No quiero que te desveles, Isabel. Eso no es bueno para ti. Prométeme que esta noche descansarás.
Asentí sin decir nada, sintiéndome incapaz de sostenerle la mirada por mucho tiempo. Terminó su desayuno con calma, sin notar mi inquietud, o quizás prefiriendo no mencionarla.
—Voy a salir todo el día —me informó mientras se ponía de pie—. Regresaré tarde, pero no te preocupes, ¿sí?
Me dio un beso rápido en la frente y desapareció por la puerta antes de que pudiera decir algo.
El día continuó con una normalidad que yo no sentía.
Mientras cuidaba a Sebastián, intenté concentrarme en sus risas y ocurrencias, pero mi mente seguía atada a la llamada de Lisa y al mal presentimiento que me carcomía por dentro.
En un momento, mientras jugábamos en la sala, aproveché para hablar con algunas de las chicas de la servidumbre.
—¿Alguna de ustedes sabe a dónde fue Juan anoche? —pregunté, tratando de sonar casual.
Una de las chicas, Carmen, se encogió de hombros mientras doblaba unas toallas.
—Él no nos dice a dónde va, señora. Solo nos avisa si necesita algo preparado.
Otra de las chicas, Clara, frunció el ceño ligeramente, pensativa.
—¿Por qué pregunta, señora?
Dudé antes de responder.
—Simple curiosidad... ¿Alguna vez escucharon el nombre Ari?
Clara intercambió una mirada rápida con Carmen, pero fue Carmen quien respondió.
—No, señora, no que recuerde.
Antes de que pudiera continuar interrogándolas, Clara se acercó un poco más, bajando la voz.
—Si realmente quiere saber algo, podría revisar en la oficina del señor. A veces guarda cosas importantes ahí.
Mi corazón dio un vuelco. La idea de entrar a la oficina de Juan me ponía nerviosa.
Dudé en hacerlo pero la curiosidad y la necesidad de respuestas eran más fuertes.
Al entrar a la oficina de Juan, un millón de recuerdos me golpearon. Era como si el pasado regresara para recordarme lo que había intentado olvidar.
Mis manos temblaban mientras recorría la habitación con la mirada. Recordé cómo, cuando recién llegué, había intentado escapar, buscando cualquier salida. Pero esa era una época que prefería no mencionar ni siquiera en mis pensamientos.
Respiré hondo y comencé a revisar. Abrí cajones, revisé documentos, buscando algo que confirmara o negara mis sospechas. Entonces, en el último cajón del escritorio, encontré algo que no esperaba.
Era un sobre elegante, cerrado con un lazo rojo. En él, una caligrafía fina decía: “con cariño para Juan.”
Mi mundo pareció tambalearse. ¿Quién era Ari? ¿Qué significaba esto?
El sobre pesaba en mi mano como una piedra. Dudé en abrirlo, pero algo en mí no podía evitarlo. Lo abrí con cuidado y encontré una carta dentro.
La leí con el corazón en la garganta:
"Quiero que sepas que eres mi último y primer pensamiento del día. Estoy enamorada de ti por mil motivos y cada día me regalas uno nuevo. Somos una pareja, pero también eres mi mejor amigo. Antes de conocerte no creía que el amor existiera. Pensé que solo era una fantasía. Pero cuando me hiciste parte de tu vida..."
No pude seguir leyendo. Cerré la carta de golpe, sintiendo que había leído suficiente. Las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos mientras el dolor y los celos me invadían.
Busqué más, y encontré varias cartas más de Ari para Juan. Pero también había una que Juan nunca le había entregado a Ari. Mis manos temblaban mientras la sacaba del sobre.
"Feliz San Valentín, mi hermosa Aby. Quería dártelo todo, pero todo no está a la venta. No sé nada de perfumes, porque sé que algunos te marean. No sé nada sobre joyas, porque mi elección sería horrorosa. Soy un tonto con la ropa y tú tienes mucha. Así que solo puedo darte mi..."
Tampoco pude terminar de leer esta carta. Era demasiado. Las lágrimas rodaban por mis mejillas mientras las palabras se quedaban grabadas en mi mente. Todo lo que había construido con Juan se sentía como una mentira en ese momento.
Cerré los ojos, tratando de calmarme, pero el dolor era demasiado fuerte. ¿Quién era Ari? ¿Y por qué parecía tener un lugar tan especial en la vida de Juan?
Al parecer fue mala idea entrar a la oficina de Juan. Pero, no me arrepentía de averlo hecho.

ESTÁS LEYENDO
𝕸𝖆𝖋𝖎𝖆: In The Morning 🚬💵 Juansguarnizo X Tnજ⁀➴𝑰ssabel ⌇🟣
FanfictionIssabel era una joven universitaria en Colombia, conocida por su curiosidad y ganas de explorar el mundo. A pesar de su inocencia, se juntaba con amigas de mala fama, relacionadas con narcotraficantes. Los rumores en la universidad decían que Juan S...