Capítulo 9: ¿Abismo?, parte 3

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— ¡Qué te pasa! ¡¿Por qué no desenvainaste?! —le increpó Lucius a Zhì Yuè, empujándolo—. ¿Qué parte de no hacer ruido no entienden? —formuló, mirando a Yamagata y Viridia.

— ¡Basta! ¡No te pasaré una más! ¡Ya deja de golpearme! —repuso Zhì Yuè, tirándole un puñete.

Lucius devolvió la agresión.

Ambos rodaron por la tierra, intercambiando golpes e insultos infantiles y tontos.

La única razón por la que Zhì Yuè no se había defendido antes era porqué ver a Cassius le recordó sus obligaciones para con la familia Caelifer; su deber era proteger el apellido de la familia. Por ello, su carácter se había moldeado de nuevo a uno moderado y cortés. Sin embargo, su verdadera naturaleza era risueña y algo descontrolada. Y el maltrato de Lucius era suficiente como para descarrilar el tren.

— ¡No me estés molestando! —repuso Zhì Yuè.

— ¡Estúpido!

— ¡Hipócrita!

— ¡Suéltame! —y le tiró un puñete. Zhì Yuè le devolvió el golpe, esta vez reventándole el labio. Lucius se lo devolvió—. ¡Ja, ja! —rio orgulloso.

— Tú ni siquiera utilizaste tú magia —acusó Zhì Yuè.

— ¡Ya quisieras!

— ¡Por eso no tienes amigos!

— ¡¿Para qué quiero amistades?!

— ¡Perro!

— ¡Gato callejo!

— Mira quien habla de callejero, ¡CALLEJERO!

Si otra fuese la situación, Viridia habría saltado sobre la cabeza de Lucius, golpeándolo, apoyando a Zhì Yuè. Sin embargo, en el otro extremo, él se encontraba junto a Yamagata; en un inicio, aferrado a sus prendas y preocupado por su estado; pero viendo con lo que se habían topado, estaba pálido, con el espíritu a cinco centímetros fuera de su cuerpo y serio, pero no rígido, firme o imponente, sino con una expresión de: «Aquellos que dominan los cielos, los llamados napatun, ¿qué les hice para que sean tan crueles conmigo, un insecto?»; envuelto en una sublime sabiduría de nubes, nubes y más nubes celestiales formándose a su alrededor.

— Chicos... —murmuró Viridia, pero lo ignoraron—. ¡Chicos...! ¡Cof! ¡Cof! ¡CHICOSSSSSSSSSSSSSSSSS! —llamó la atención, con una voz exageradamente profunda, como la de un león—. Tenemos compañía.

Ambos se volvieron hacia la "compañía". Zhì Yuè con sangre en la nariz y Lucius con sangre en la boca, agarrándose de las mechas y el cuerpo, para que ni uno ni el otro se escapara, miraron airados y frenéticos a las dos personas que se incorporaban al pequeño grupo.

El sujeto, que parecía estar en los veinte, vestía una máscara. Esta tenía forma de cráneo de caballo, de hocico hermosamente moldeado. Su diseño no tenía color, pero el tallado resaltaba los orificios de la nariz del animal, así como el contorno de sus ojos y otras zonas. El hombre estaba cubierto de telas negras, encapsulado en una capa oscura, suelta y larga; ningún rastro de su piel era visible. A su lado, había un joven de expresión alegre y aire inquietante. Su sonrisa era exagerada y espeluznante. Abría los ojos con rigor, luciendo las rayas rojas de sus escleróticas. Vestía un chaleco carmesí oscuro, camisa blanca y unos pantalones cortos negros. El color de su cabellera era gris ágata. Sus manos estaban cubiertas por guantes oscuros y desgastados. Encima de su nariz, en línea recta, un delgado y largo papel rojo se extendía; estaba pegado a su piel.

— ¡Ah! ¡Ahhhhhh! —gritó el joven; primero, sorprendido; luego, alegre. Corrió hacia Zhì Yuè. Empujó a Lucius. Y tomó las manos del pelirrojo— ¡Tú! ¡Yo, yo, yo, yo, yo he oído de ti! El que se hace llamar Zhì Yuè, ¿no? ¡Pouchi, pouchi! Cabello manzana, sangre en la cama. Uno de los "a Caelifer here, a Caelifer there. A Caelifer will say "hello" whenever they see each other again". Esa frase es un asco ¡Pouchi, pouchi! ¿De verdad se dicen eso cada vez que se ven, o solo es un rumor? ¡Horrible! ¡Lo detesto! Pero ¿qué hace la mascota de la familia aquí? ¿Uhm? ¿Uhm? —preguntó, tocando su cuerpo, estudiándolo— ¿Estás de paseo? No eres muy alto en persona. Algo delgado. No te ves muy fuerte. Tu carne debe saber asquerosa. No la comeré. Me niego, ¡me niego! ¡Pouchi, pouchi! Y tus brazos... están delgados. Parece que sales de coma, ¿o pasaste hambre? Dime, dime, ¿es la primera o la segunda? Lo sabré de una u otra forma, ahhhhhhhh —repuso, sacando la lengua y mirando hacia arriba.

Misticismo PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora