Un resplandeciente sol de primavera dejaba verse anunciando el inicio de un nuevo día en el jardín de niños para Victoria y Mariel, un par de pequeñas conocidas en el lugar por pasar sus días pelando. Victoria con su distintivo carácter enérgico parecía disfrutar molestar a su compañera diariamente por medio de travesuras como esconderle los crayones o simplemente dándole uno que otro tirón a las hebras de la pelinegra.
Mariel por su parte no se dejaba de la pequeña rubia, defendiéndose como podía. En muchas ocasiones manchaba intencionalmente la falda de Victoria con pintura o también optaba por esconder en su mochila el moño favorito de su compañera.
Un día como parte de su castigo por romper uno de los libros de la biblioteca escolar durante una discusión ambas se encontraban solas en el salón de clases. Ambas sentadas a un lado de la otra en completo silencio.
La pelinegra tenía un semblante furioso; y es que era de esperarse, ¿tú cómo te sentirías si eres castigada el día de tu cumpleaños teniendo como condición perderte la hora del cuenta cuentos a cambio de pasarla con tu peor enemiga?. En cambio Victoria se mantenía con sus facciones preocupadas mientras jugaba con sus dedos.
De pronto el silencio fue roto por un profundo suspiro liberando del pecho de Victoria levantándose de su lugar para sacar de su mochila una pequeña tarjeta de bordes ligeramente arrugados y una paleta de cereza apunto de romperse gracias al ajetreo del camino.
La tarjeta en color amarillo (el favorito de Mariel) contenía en su portada algunas flores mal pintadas con lo que parecían ser acuarelas, mientras que al abrirla podía leerse un "Feliz cumpleaños Mariel" en letras torcidas de diferentes tamaños y colores evidentemente echas por Victoria, finalizando con un "con cariño, Vicky" escrito de la misma forma en la parte inferior de la tarjeta.
Una vez sentada de nuevo en su lugar fue ella misma quien rompió el silencio.
- Mariel... - dijo con voz temblorosa provocando que su contraria relajara un poco su cara -Toma, es para ti - dijo en un tono más relajado al que solía usar - la escribí yo solita - finalizó orgullosa extendiendo la tarjeta acompañada del dulce frente a Mariel evitando algún contacto visual.
La cumpleañera algo indecisa tomo el papel entre sus manos con mucha cautela para después abrirla encontrándose con un tierno mensaje que le arrancó una sonrisita inconciente. Al levantar su vista se encontró a una rubia con la cabeza baja, jugando con sus dedos, en espera de alguna reacción de su compañera.
- te quedó muy bonita pero...¿por qué haces esto? - preguntó ladeando su cabeza.
Victoria encogió sus hombros para después hablar.
- siempre quise tener una amiga y bueno... la única manera de estar contigo era molestándote, pero prometo no volverlo a hacer...lo juro por el meñique - . confesó levantando su dedo.Mariel permaneció en silencio unos segundos antes ante la sorpresa de lo declarado por Víctoria.
- yo también quise ser tu amiga desde el principio...pero creí que te caía mal - respondió.
- no es verdad - dijo negando con la cabeza rápidamente para mostrar una sonrisa sin mostrar los dientes.
- entonces...¿amigas? - preguntó Mariel extendiendo tímidamente la mano.
Victoria miro la mano extendida frente a ella para después tomarla ahora si viendo a los ojos a su compañera - amigas - respondió firmemente.
Ambas niñas se miraron y, por primera vez en mucho tiempo compartieron una risa sincera dejando de lado las travesuras anteriores; desde ese día para todos resultó extraño el cambio de comportamiento en ambas ya que ahora pasaban sus recreos juntas, compartían sus almuerzos, hacían trabajos en equipo sin pelear en incluso un par de veces se les llegó a ver con moños similares decorando sus peinados.
Quién diría que lo que parecía ser una rivalidad incontrolable entre las pequeñas terminó por formar un vínculo hermoso que seguramente sería algo difícil de quebrantar.
- xoxo, love