Era una madrugada oscura y silenciosa en la ciudad que permanecía profundamente dormida mientras Mariel y Victoria estaban apunto de ejecutar su más atrevido plan; robar una costosa pintura que recién había llegado al lujoso museo situado a unos cuantos metros del centro de la metrópoli.Mariel con su ya acostumbrado sentido de la moda asistió vistiendo nada ostentosa pero tampoco tan simple teniendo como estrella del atuendo un par de tacones altos que no pasaron desapercibidos por Victoria.
- ¿Segura que te quieres quedar con esos tacones puestos? - murmuró la castaña mientras se mantenía agachada forzando la cerradura de la puerta trasera del museo.
- Obvio que si - dijo Mariel sonriendo mientras admiraba sus brillantes tacones bajo la tenue luz de un poste cercano. - Además, siempre me has dicho que te gusta como se ven. -
Victoria soltó una risita aceptando que Mariel tenía la razón.
- Si, si mi amor, pero no creo que te ayuden mucho para correr. -
Con un clic la cerradura por fin cedió dejándolas entrar a ambas comenzando a recorrer los oscuros pasillos del museo siendo guiadas por un pequeño plano que habían estudiado semanas antes.
- Espera, mira está hermosura - Mariel señaló un pequeño jarrón de mármol decorado. - Se vería muy bien en el apartamento también. -
- Mariel - dijo la castaña en un tono reprensivo mientras rodaba los ojos.
- Bueno, si no quieres no - respondió Mariel alejándose del jarrón con una sonrisa.
Una vez llegaron a la sala principal divisaron la majestuosa pintura colgada frente a ellas haciéndolas detenerse un momento a contemplarla.
- Se ve más impresionante en persona - susurró Mariel sin ocultar su asombro.
Victoria se abrió paso a cortar los pequeños cables de seguridad que protegían la pintura para después quitarla de la pared tomándola entre sus manos. Todo esto mientras Mariel observaba perpleja a su novia maniobrar como toda una experta.
Una vez estuvieron listas para salir del lugar un estruendoso sonido las hizo congelarse.
Las alarmas de seguridad.
- ¡Puta madre, corre Mariel! - gritó Victoria sosteniendo con fuerza el cuadro dirigiéndose de nuevo a la parte trasera del museo.
Mariel imitó su acción de forma inmediata intentando seguirle el paso pero el golpeteo de sus tacones contra el mármol la delató. - ¡No se correr con tacones Vicky! -
- Te lo dije - respondió Victoria en un gruñido retrocediendo para tomar de la mano a su pareja para salir de ahí.
Ambas huían tropezando esporádicamente en el camino mientras las sirenas comenzaban a escucharse cada vez más cerca. No tenían mucho tiempo. Finalmente estaban fuera del museo y volvieron a correr intentando escapar.
- ¡Ahí están! - gritó alguien detrás de ellas.
- Tenemos que escondernos - dijo Victoria con desesperación buscando con la mirada algún lugar para esconderse.
Y como si Dios las hubiera escuchado, justamente al doblar la esquina se adentraron a un estrecho callejón sin salida; con el corazón en la garganta y escuchando a los policías acercarse sabían que sus opciones se habían terminado.
- ¡Ahí, el bote de basura! - señaló la platinada apuntando al contenedor metálico.
- Es una broma ¿no? - dijo Mariel frunciendo el entrecejo claramente nada convencida por la idea.
- Quieres que nos metan presas ¿no? - replicó Victoria mientras levantaba la tapa del bote empujando dentro del mismo a su contraria.
- ¡Cuidado con mi cabello! - protestó la pelinegra mientras se acomodaba abrazando el cuadro evitando que se maltratara.
Victoria se metió tras ella cerrando la tapa justo a tiempo. Ambas no querían ni respirar, pues el olor a basura no era muy agradable que digamos. Quedaron en completo silencio escuchando atentamente los pasos de los policías alejarse. El silencio fue roto por un susurro de Mariel.
- Una vez salgamos de aquí vamos directo a bañarnos -
Su pareja apenas pudo contener la risa ante lo dicho por la pelinegra. - Si salimos vivas de esto te aseguro que así será, princesa. -
Una vez la castaña se aseguró de que el perímetro estuviera despejado salió del contenedor para posteriormente ayudar a la pelinegra a salir; para continuar con la persecución hasta su departamento.
Al llegar a su destino ambas irrumpieron en su departamento cerrando de un fuerte azote la misma.
Victoria fue la primera en dejarse caer sobre el sofá intentando regular su respiración jadeante. - Nunca en mi vida había corrido tanto... y todo por tus malditos tacones - dijo mientras reía masajeando sus piernas.
Mariel con una mezcla de orgullo y algo de cansancio se quitó los tacones tirandolos justo a un lado de Victoria para poder subir a horcajadas sobre ella. - Pero no puedes negar que me veía muy bien. -
- Siempre te ves muy bien - respondió dejando un beso en la frente contraria para después envolver a la pelinegra entre sus brazos.
Cuando finalmente el cuadro fue colocado en la pared ambas retrocedieron un poco para mirarlo más detenidamente.
- Se ve muy cabrón - dijo Victoria en este tono satisfecho con un toque de felicidad.
- mjum - emitío Mariel en respuesta colocándose tras ella tomándola por la cintura. - pero creo que... ya va siendo hora de quitarnos este olor a basura. -
- Tienes razón, vamos - dijo la castaña dándose la vuelta para ser ella quién ahora sujete a su contraria de la misma forma para dirigirse hacia el baño.
Su noche terminó así; su amado cuadro decorando la sala de su departamento, con ambas libres de cualquier resto de basura descansando tranquilamente, casi como si hace unas horas no hubieran sido autoras intelectuales de una ingeniosa fechoria.
- xoxo, love
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