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El sonido de pasos resonó en el túnel, y la puerta de la oficina se abrió lentamente. Trunks apareció en el umbral, su mirada cargada de preocupación. Había estado buscando a Yuna durante semanas, y finalmente la había encontrado.
—Yuna... —comenzó Trunks, su voz temblando ligeramente—. Necesito hablar contigo. Es sobre el plan de mi madre.
Yuna, ocupada acariciando al perro, no mostró ninguna reacción.
—¿Qué quieres, Trunks? —preguntó sin levantar la vista, su tono indiferente.
—Mi madre... ella ya no está con nosotros —dijo Trunks, tratando de controlar su emoción—. Pero antes de morir, dejó un plan. Tenemos que viajar al pasado, como hicimos con Cell. Es nuestra única oportunidad de detener a Black.
Yuna se quedó en silencio por un momento, antes de finalmente levantarse para enfrentarlo.
—¿Y esperas que te ayude? —dijo, su voz afilada como una navaja—. No puedo hacerlo, Trunks. Lo siento.
—Yuna, por favor. No puedo hacerlo solo... Necesito tu ayuda, por mi madre... por todos —rogó Trunks, su desesperación evidente.
Yuna lo miró fijamente, su expresión endurecida por la rabia contenida.
—¿Sabes qué? No me importa lo que necesites. Lo sabías, Trunks. Sabías lo que ese tipo estaba haciendo en tu refugio y no hiciste nada.
Trunks frunció el ceño, tratando de entender.
—¿De qué hablas?
—¡Del monstruo que violó a Aiko! —grito—. ¡Sabías que estaba allí y no hiciste nada para detenerlo!
Trunks sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
Recordaba haber escuchado rumores, pero nunca los tomó en serio.
—Yuna, no lo sabía... Cuando me enteré, lo saqué del refugio. ¡Lo juro!
—¡¿Para qué?! —respondió con amargura—. ¡Ya era demasiado tarde! ¡Aiko murió por tu culpa! Te lo dije muchas veces, Trunks. Te adverti que ese tipo no me daba buena espina, pero no me escuchaste. Estabas demasiado ocupado jugando al héroe. Incluso cuando intentaba pelear a tu lado contra Black, siempre me dejabas atrás. No eres el mismo, Trunks. Has cambiado...
Encendió algo en Trunks. Sus puños se apretaron, y su voz se volvió cortante.
—¡No te entiendo! —espetó—. Te enfadas por todo... ¡Te pido un favor y no quieres ayudarme!
En ese momento, un joven que había estado escuchando todo, entró a la oficina.
A pesar de ser mas joven, su presencia era imponente, y su estatura igualaba a la de Trunks.
—Estás poniendo nerviosa a Yuna y a todos aquí. Es mejor que te vayas —dijo Daiki con un tono firme, pero calmado.
Trunks lo miró de arriba a abajo, su ira burbujeando bajo la superficie.
