Capítulo IV: Comodidad y confrontación.

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Sergio bloqueó su teléfono y lo lanzó hacia el otro lado del sofá. Su pobre aparato llevaba horas recibiendo notificaciones tras notificaciones. Ahora que la noticia de su relación con Max era de conocimiento público, sus redes sociales comenzaron a llenarse de comentarios de los fans.

Los suyos estaban emocionados, los de Max tenían miles de preguntas, y habían otras personas sin nada agradable que comentar. A esos últimos Sergio trataba de no prestarles atención. Se concentró mejor en lo que las personas que los apoyaban decían de él.

Las reacciones eran graciosas, ver a los fans confundidos y tratando de averiguar qué sucedía lo hizo reír un par de veces. Luego, notó que comenzaron a rebuscar en sus interacciones de años pasados con Max. Aseguraban que se notaba que había atracción entre ellos y que, pensándolo bien, no sonaba descabellado que estuvieran juntos.

—Horner quiere saber si estamos de acuerdo con que sean ellos quienes confirmen nuestra relación —dijo Max llegando de la cocina, sostenía los platos de comer de ambos. Se sentó al lado de su pareja y le entregó su comida—. Dice que los medios no lo dejan respirar preguntando si estamos juntos.

Sergio se burló.

—¿No fuimos lo suficientemente claros? Creo que la próxima carrera hay que besarnos enfrente de las cámaras. —El neerlandés echó su cabeza hacia atrás al reírse a carcajadas.

—No me tientes, amor. Sabes que yo sí lo haría. —Se preparó para darle el primer bocado a su comida. Sergio aprovechó para hacer lo mismo.

Estaban tomando su desayuno antes de irse. Max lo llevaría hacia la siguiente carrera con todo el equipo, usarían el avión privado de Red Bull. Tendrían que llegar en la mañana para que Max estuviera en el simulador, a partir de allí toda la semana sería lo habitual. El jueves sería el día de prensa.

—Yo no tengo ningún problema. De todos modos tampoco planeaba hacer una declaración en mis cuentas. —Era una de las tantas cosas de las que habían hablado antes de decidir ser públicos. Concordaron en que no querían poner tanta atención a su relación, simplemente harían lo que tenían que hacer y ya la gente sacaría sus propias conclusiones.

Seguirían viviendo sus vidas de forma normal, serían públicos pero discretos. No serían un secreto y tampoco serían mediáticos.

—Pienso igual —concordó—. Entonces le diré que pueden hacer una declaración.

Un sonido de vibración les llamó la atención, Sergio recordó que su celular seguía allí, por lo que se estiró para alcanzarlo.

—¿Cómo está tu teléfono? El mío no dejaba de sonar, lo tuve que poner en silencio. —Solo sus contactos cercanos sonaban o vibraban incluso con el modo silencio. De esa forma no se perdería de nada proveniente de su familia.

—Igual, tengo llamadas de amigos y personas de los patrocinadores. —Con la mención de los sponsors, Sergio se preocupó.

—¿Hay algún problema con ellos? —Era claro que los tiempos habían cambiado, sin embargo, la Fórmula Uno no era conocida por su diversidad. Sergio temía por las posibles represalias.

Max negó.

—Por el contrario. Están adorando la atención que estoy recibiendo, tus fans me están comenzando a seguir. —Eso fue un alivio para Sergio—. Saben la cantidad de gente que mueves, creen que es bueno para mí. Tener el cariño de los fans latinos... dicen que es bueno.

—Entiendo. Sabiendo que no eres el favorito de los británicos, es bueno que tengas a los latinos. —Empujó a Max con su hombro en plan jugueteo. Max se rió ligeramente—. De nada por la publicidad gratis, eh.

El wag del campeón [Chestappen] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora