Capítulo XI: Sabor a miel.

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Si había algo que Max detestaba, sobre todo en tiempo de carrera, era que lo molestaran cuando estaba descansando.

¿Quién rayos estaba tocando desesperadamente la puerta de su habitación de hotel a las dos de la madrugada?

Max parpadeó un par de veces para ajustar sus ojos a la poca luz en la oscura habitación. Había dejado entreabierta una cortina para que la luz de la luna entrara sutilmente. Y gruñó molesto al verificar la hora en su celular. El toque en la puerta era insistente y lo comenzaba a irritar.

Un día en el que al fin pudo dormir temprano y lo interrumpían de esa manera...

Se levantó de la cama a regañadientes, caminó a paso furioso hacia la puerta y la abrió de golpe, estaba dispuesto a golpear a quien sea que estuviera detrás de ella.

—¿Qué mierda quiere...?

Su incandescente furia se evaporó por completo por las lágrimas en los ojos de Sergio.

—¿Checo?

—Pe-Perdón por la hora —la voz de Sergio se entrecortó por sus sollozos. Sus palabras tropezaron al intentar hablar y controlar su llanto—, pero yo... yo no sabía a dónde más ir...

—¿Qué te pasó, Checo? —Max empujó la puerta para darle espacio de entrar. Sergio sorbió de su nariz y entró con timidez.

—De verdad no quería molestarte a esta hora... —se limpió las lágrimas con sus manos— no podía ir a mi habitación porque estaría solo allí y-y yo...

—Checo, respira. —Max encendió la luz del pasillo ya que una vez cerró la puerta, todo quedó oscuro.

Con mejor iluminación, Max pudo ver el rostro empapado en lágrimas de Sergio. Fue una imagen que le dolió en el alma.

Sergio se tomó unos segundos para tratar de regular su respiración, hipaba de vez en cuando y más lágrimas caían de sus ojos. Al final lo logró, y Max fue paciente.

—¿Quieres decirme qué sucedió? —Eso probablemente significaría que volvería a llorar, pero Max creyó que sería bueno para él externar lo que le afectó al grado de hacerlo llorar.

Sergio alzó sus tristes ojos hacia Max. Se estaba planteando el abrirse con él.

Llevaban semanas hablando por mensaje y llamadas, Sergio sabía que algo sucedía entre ellos. Su corazón ciertamente lo sabía, de otra manera no lo hubiera orillado a ir en busca de su consuelo en un momento crítico. Y por unos días trató de luchar contra sus sentimientos, Max era demasiado joven para él.

El tiempo y las acciones de Max le demostraron que no se podía gobernar por completo al corazón. Sobre todo cuando este ya estaba decidido.

Tomó coraje, el mismo coraje que lo hizo abandonar a su país y a su familia para ir en busca de su sueño.

—Escuché a Lawrence Stroll hablar con alguien... me van a despedir para el próximo año.

Max se quedó impactado. Cierto, existían rumores de que Sebastian Vettel quería entrar al proyecto que sería nombrado Aston Martin el próximo año. Pero Max no creyó... no pensó... Racing Point tenía a dos pilotos ya firmados, Sergio tenía un contrato multianual, no habría sitio para Sebastián, a menos de que sacrificaran a uno...

Y fue Sergio.

—Van a romper mi contrato... —la voz se le volvió a quebrar y lágrimas brotaron de sus ojos. Su cabeza negó, tal vez como una manera inútil de negarse a la realidad de su futuro— y no voy a volver a un equipo de tabla baja. No lo haré.

El wag del campeón [Chestappen] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora