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🤍Dakota Collins🤍

Esta mañana despertado diferente, es como si tuviera un peso menos en mi razón pero además siento algo extraño como si me sintiera ¿feliz? no, no creo.

No recuerdo la última vez que estuve feliz.

Los constantes problemas y afectaciones con mi enfermedad no me han dejado estar equilibrada, al contrario, solo han sido nudos, gritos y desgarres en mi interior pero ayer, muchas cosas pasaron. Parece ilógico pero mientras la voz de Carl sonaba, las mías envueltas en demonios se callaban. Me sentía tranquila y ya para mi eso es la felicidad.

Mientras para muchos chicos ser o estar alegres se basa en tener dinero, popularidad, amigos o ese tipo de cosas para mí , estar un día en paz, sin mis miedos constantes ni arrebatos, sin depresión y con silencio en mi mente, eso, algo tan simple es la euforia y ayer Carl me la regaló por unos minutos.

Definitivamente es mejor cantando porque hablando solo suela estupideces por la boca pero últimamente estoy cómoda con su presencia y creo que me sienta bien tenerlo cerca.

Ok ¿que rayos estoy diciendo?

Imbecil ,eso es lo que es.

Me meto en la ducha por inercia, a ver si el agua fría refresca mis neuronas que al parecer se quedaron tiesas.

Mientras el agua corría por mi cuerpo recordé que hoy es día de visitas. Extraño a mamá, verla me sentara bien.

Termino mi baño y me visto con la ropa del hospital para bajar al desayuno.

***

Estoy en la puerta viendo cómo los familiares entran a la clínica. A mi lado se encuentra Gabriela quien se aleja animada para abrazar a sus abuelos.

Según lo poco que me ha contado ama pasar tiempo en casa de ellos. La dejo que disfrute de su visita y me dirijo a unos asientos , me acomodo mientras el aire despeina mi cabello rizado. Hoy hace un poco de frío, se nota el cambio de estación estamos en noviembre y ya los días se van volviendo más frescos.

Recorro la mirada de un lado a otro y entonces me paro en seco, trago con dificultad y mi mente comienza a mandar espasmos de molestia.

¿Que coño hace él aquí?

- Cariño ¿te extrañé tanto? - mi madre me abraza pero yo no le respondo el abrazo.

- ¿Se puede saber que hace él aquí?

- Respétame, soy tu padre Dakota - sonrío irónica.

- Ay ,por favor, debería darte vergüenza venir a verme y a ti - señalo a mi madre - deberías tener un poco más de amor propio ¿no crees?

- Dakota, tu padre y yo nos tratamos cordialmente por tu bien, solo eso.

- Pues mi bien sería que se largara de nuestras vidas.

- Lo qué pasó no tiene nada que ver contigo - me dice Carlos, el hombre que se hace llamar mi padre.

- ¿A no? ¿Puedes dejar de ser tan cínico? Por tu jodida culpa estoy con una crisis qué casi me cuesta la vida.

El sonido de las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora