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🤍Dakota Colins🤍

Después de cenar estuve un rato hablando con Gabriela en el lobby, me dijo que necesitaba hablar conmigo sobre algo y se puso a contarme sobre Alexandro, es raro porque no me dijo nada nuevo pero supongo que solo quería liberar pensamientos.

Camino por el pasillo pensando en todo lo ocurrido últimamente. La visita de mis padres ha salido muy mal, nunca pensé que mi padre fuera tan cara de papa de aparecerse aquí después de lo que ha pasado. Eso provocó la impulsividad en mi como es natural, causando un ataque de ansiedad monstruoso, si no fuera por Carl no sé cómo me hubiera calmado y oh Dios, Carl casi me besa.

Por fortuna escuché un sonido proveniente de las escaleras y lo empujé a tiempo, estaba en un transe de una dimensión a otra perdida en sus ojos verdosos y si no hubieses sido por ese ruido hubiera cometido el error de besarlo.

Además, que también recordé lo de esa mañana mientras le decía a Alexandro que tenía millones de chicas tras el.

Puto engreído.

Yo no quiero ser otra más de las idiotas que lo idolatran como a un puto Dios, hay cosas que nunca cambiarán y es el efecto que provoca en mi pero seamos sinceros, aquí la única que tiene las de perder soy yo, por mucho que me guste Carl yo no seré nada para él, está acostumbrado a una vida totalmente diferente a la mía, mientras él brilla para todos, yo me oculto en las sombras.

Me crié en un ambiente acomodado, donde el dinero no es algo que me preocupara, sin embargo, mi impulsividad y la forma tan quisquillosa en la que me muevo en el día a día es algo que el dinero no ha podido solucionar porque aunque gracias a él esté aquí ,en esta clínica, solo me lograré mejorar de mi recaída, mi enfermedad siempre estará conmigo.

Una razón más que clara para no involucrarme con alguien como Carl Jones. Sería demasiado estupido de mi parte creer que una celebridad, joven y atractiva, donde se relaciona con chicas hermosas y sanas se decidiera a formar algo con una chica con un trastorno mental como yo. En cuanto él mejore de su ansiedad volverá a su planeta y no volverá a recordarme.

Debo mantener las distancias, así deben ser las cosas, así nadie saldrá lastimado.

Entro a mi habitación pero nada más entrar hay algo que me saca de mi tranquilidad, sobre la cama se encuentra una hoja, una hoja que yo no he dejado ahí.

Me acerco con cautela y puedo ver cosas escritas en ella. En la parte superior hay una pequeña nota. Apenas leer la primera oración mi corazón comienza a latir con toda su fuerza.

"Para Ricitos de Bronce"

Señor ¿acaso es tan difícil escucharme?

Mientras continuo mi lectura las manos empiezan a sudarme y el nerviosismo aumenta en mi cuerpo. Debajo de la nota se encuentra la letra de la canción que Carl me cantó hace unos días, pero la diferencia es que ahora está completa.

Demás está decir que me encantaría escucharla, pero no creo que sea lo correcto, como he dicho no es lo mejor.

Tomo la hoja y la dejo sobre la mesita de noche, camino al baño y adentro mis manos en el chorro de agua que baja por la pila del lavabo. El gel de baño hace espuma en mis dedos mientras los enjabono. Mi mente se enfoca en lo que hago y así evito pensar. Una vez terminé con mis manos perfectamente limpias me las seco con una toalla y me tiro sobre la cama. Coloco mis audífonos. En momentos como este me vendría genial tener a Piplu conmigo, la extraño muchísimo , de seguro me miraría con sus ojos grandes y azules mientras ronronea escondida en mi cama. Me encantaría abrazar a mi gata ahora mismo, pero eso es algo que aún demora.

El sonido de las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora