18

55 7 0
                                    

🤍Dakota Colins🤍

Han pasado dos meses desde que se marchó Carl. De más está decir lo mucho que lo he extrañado. Las preguntas de cómo le irá con la música o si ha vuelto a tener alguna crisis siempre han estado presentes y en algunos momentos las dudas de si piensa en mi también se acumulaban en lo más profundo de mi mente.

Aunque parece que el tiempo ha pasado rápido la verdad es que he intentado sacar provecho a mi estancia aquí, tanto de mis amigos como de mi misma.

Hace un mes Alexandro dejó la clínica y Gabriela hace dos semanas. Nunca pensé que aquí podría tener amigos tan increíbles después de las cosas que he pasado. Gabriela y Alexandro se volvieron tan indispensables para mí en el día a día que no verlos me ha sido un poco duro.

Para otras personas me verán como que me he quedado sola, pero no, he tenido más ganas de esforzarme para así verlos a todos fuera. Además estaba consciente de que no solo mi enfermedad ,si no, yo misma era la más complicada de tratar ya que no me abría a nadie.

Hoy, después de tres meses en el hospital, me han dado el alta.

Tengo millones de miedos, no sé qué me encontraré fuera. No solamente la situación con mi padre, también Carl. Después de dos meses las cosas pudieron cambiar muchísimo.

¿Y si conoció a otra chica?

¿Y si se olvidó de mi?

Niego con la cabeza, no déjate que esos pensamientos me agobien. Adiós pensamientos negativos.

Maya me ha dicho que podría vestirme con la ropa que traje pero yo opté por otra opción.

El vestido negro que Carl me regaló por mi cumpleaños se ajusta a mi pequeño cuerpo. Sonrío de recordar ese día, sin duda, fue el mejor en mis dieciocho años.

Recojo mis pequeñas cosas, la carta de Carl con la canción escrita la sostengo en mis manos, junto a un pequeño maletín.

Echo un vistazo por la habitación y recuerdo mi cara de desagrado la primera vez que pisé aquí, sobre todo por los cuadros con frases de motivación.

Aún me parecen horribles.

— ¿Lista? — me pregunta Maya.

— Estoy algo nerviosa — suelto un suspiro.

— Es normal Dakota, pero sabes que no hay nada que temer, además, tienes mi teléfono, cualquier problema aquí estoy — sin pensarlo la rodeo con los brazos.

— Muchas gracias Maya, por todo pero aún más por la paciencia que tuviste conmigo.

— Por nada querida, siempre supe que eras una chica increíble.

- Gracias Maya.

— ¿Maya como la abeja?

— ¡Eh! — y entonces lo recuerdo — Me dijiste que no entendías.

— Y no tenía idea de a que te referías, pero ese día lo busqué en Google — ambas nos reímos - Bueno vamos que tú madre está desesperada por verte — ruedo los ojos.

El sonido de las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora