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🤍Dakota Colins🤍

El tal Alexandro reparte las barajas de póker , dejándole 11 cartas a cada uno.

¿Para qué querrá Carl verme de nuevo en la noche?

Además de decirme que podría hacer con él lo que quisiera sí yo ganaba. Pero toda esta apuesta está demasiado extraña, por alguna razón siento que el gana de cualquier forma.

Y me da igual la apuesta, lo que si no dejaré es darle el placer de mi derrota. Siempre he sido muy competitiva. Además, Carl está muy acostumbrado a ganar, a ser el número uno, a ser ese chico que todos aman y adoran.

¿Regalarle otro triunfo?

No.Se.Lo.Permitiré.

Ya he estado en otras clínicas , y me he reunido con personas expertas en juegos. Digamos que he aprendido de los mejores.

No creo sudar con un niñato como Carl Jones.

En cuanto las cartas están repartidas sobre la mesa nuestras miradas se encuentran una vez más creando choques de electricidad en todo nuestro alrededor.

Tomar las barajas en mi mano me causa un poco de ansiedad pero la adrenalina no me permite pensar en eso.

Comenzamos el juego y como ya había aprendido con el paso de los juegos y de la vida , siempre es mejor demostrarle al oponente que tiene todas las de ganar, para justo en la oleada de confianza, atacar.

Después de numerosos enfrentamientos con la mirada, de varios lleva y trae entre nosotros, Carl muestra sus cartas, enseñando una tirada alta la cual no me veía venir.

— ¿Y que vas a hacer con esto ricitos? - enarca una ceja — Te dije que te ganaría — saca a pasear una sonrisa triunfante.

Arrasco mi cabeza y mis ojos se iluminan con los destellos de esa piedra preciosa que describen los ojos de Carl. El se queda mirándome profundo y podría decir que todo mi alrededor se volvió blanco y negro como las películas de Charlie Chaplin.

Entonces en ese momento donde su mirada se ahoga en la mía, una comisura de mi labio se alza y tiro mis cartas sobre la mesa.

— Y yo te dije que ya quisieras Jones — me levanto de sopetón de la silla, Alexandro y Gabriela me miran con la boca abierta y Carl no parece creérselo.

— Pero ¿Como es posible que saque una tirada aún más alta que la mía?

— Ups, la celebridad no está acostumbrado a perder.

— No es eso , es solo que me sorprende — me encojo de hombros y camino junto a Gabriela, pero Carl toca mi brazo con extrema delicadeza y volteo extrañada — Nos vemos en la noche ricitos de bronce.

***

— Gabriela ya te dije que no es una maldita cita , yo detesto a Carl ¿Entiendes?

— Uii , si , lo odias muchísimo , además de ser tu celebridad favorita.

Gabriela se ha pasado el resto de la tarde en mi habitación y hemos estado hablando sobre lo ocurrido.

El sonido de las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora