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POV VICKY
Al abrir mis ojos no encontré nada más que oscuridad y un fuerte olor a cobre, la oscuridad del lugar era sofocante, apenas podía distinguir las paredes mohosas que me rodeaban. Sentía el sabor metálico de la sangre en mi boca, y el dolor punzante en mi ceja izquierda. Cada vez que intentaba moverme, mi cuerpo protestaba, las costillas dolían con cada respiración, y la opresión en el pecho me hacía luchar por aire. Pero peor que el dolor físico era el miedo que me paralizaba, ese terror visceral que no me dejaba pensar con claridad.
Solo recuerdo unos ojos cafés, mis manos estaban atadas con un tipo de soga que lastima a mis muñecas. Jalo mi manos para tratar de aflojar las cuerdas, pero quién las puso sabía lo que hacía. ¿Cómo llegué aquí? No soy un ángel, pero no conozco a alguien que me odie lo suficiente para secuestrarme y atarme en un ¿Edificio?
—Hasta que despiertas. — Moví mi cabeza al sonido, pero solo veía oscuridad.
—¿Qué quieres? — Hable roncamente a la dirección de la voz.
—Muchas cosas… — Moví mi cabeza a la derecha ¿Cómo se movió tan rápido? — Pero lo más importante es que desaparezcas de mi vida y la de Samantha.
Abrí mis ojos alarmada. Es voz… Yo la conozco.
—Yo… — Recibí un puñetazo en mi mejilla derecha, me quedé unos segundos en mi posición viendo el suelo, mi mejilla ardía terriblemente. Me incorpore lentamente y una luz cegadora apareció.
Parpadea varias veces tratando de adaptarme al nuevo entorno, sentí un golpe en mi abdomen que me saco el aire de mis pulmones, gemí suavemente y respiraba rápidamente desde mi posición encorvada. Mis muñecas dejaron de doler rápidamente y subí la mirada.
Hay estaba Félix viéndome con una sonrisa de oreja a oreja, veía rojo tenía tanta ira acumulada que me abalance hacia el. Lo que terminó en varios golpes a el, pero yo estaba recibiendo más que el, intenté resistir, arañar, golpear, pero él era demasiado fuerte. Cada vez que me movía, él respondía con un golpe, dejándome aún más débil. Me tiró contra la pared, su mirada llena de una locura que nunca había visto antes. Sabía que estaba en problemas, pero no tenía la fuerza para escapar. Ya no.
—¿Creíste que podías jugar conmigo, Victoria? — Su voz era un susurro venenoso, mientras sus dedos se cerraban alrededor de mi garganta. Sentí que el aire se me escapaba, y mis manos temblorosas intentaron apartarlo, pero era inútil. — ¿Pensaste que podías quedarte con Samantha y salirte con la tuya?
No podía responder. Cada palabra que intentaba formar se ahogaba en mi garganta, junto con el oxígeno que me faltaba. Finalmente, me soltó, dejándome caer al suelo como una muñeca rota. Tosí y jadeé, intentando recuperar el aliento, mientras el sonido de su risa resonaba en mis oídos.
—Siempre tan valiente, ¿verdad? — Félix me miraba desde arriba, disfrutando de mi dolor. Se agachó, levantándome del suelo solo para estrellarme contra la pared de nuevo. Esta vez, sentí cómo mi cabeza golpeaba la superficie dura, y la visión se me nubló por un segundo.
