011

66 9 1
                                    

A la mañana siguiente, Tomás cumplió con su promesa y dejó que Iván durmiera incluso siendo ya las doce del día, él no podía estar de mejor humor, sentía de alguna forma que todo su cuerpo había liberado una tensión tan inmensa y no dudaba que había sido así, literalmente.

Observó el cuerpo durmiente de su pequeño minino y acarició sus rizos despeinados, sintiendo los brazos de Iván abrazarlo con más fuerza por la cintura, causándole una suave risita.

Se acercó para besarle esa melena de rulos al menor, cuando escuchó el sonido proveniente de su celular, soltando un gruñido de fastidio. Él se alejó lentamente de los brazos de Iván y aunque en realidad el gatito luchó por que no fuera así, terminó cediendo, abrazando una de las almohadas como si se tratase del recuerdo de Tomás. El mayor tomó el teléfono y observó el nombre de uno de sus mejores amigos en la pantalla. Sonrió, sí, no había forma de que su bonito día se arruinara.

—¿Alex? —preguntó, aunque estaba muy seguro de la respuesta.

Tom, hola. Siento estarte llamando recién, desde ese día que hablamos no sé nada de ti y me quedé un poco preocupado, pero todas las obligaciones, ya sabes. —Tomás asintió, aun sabiendo que Alexis no podía verlo.

—Sí, está bien. Igual no es nada preocupante, amigo. ¿Vos cómo has estado? —El oji-marrón volvió a la cama, repartiendo caricias por la zona de las orejas felpudas de Iván, causando que este suelte ligeros ronroneos.

Bien, por suerte. ¿Sabes? He estado pensando en algo y creo que eres la persona indicada para preguntarle sobre el tema. No es que quiera que me digas que hacer, solo necesito un consejo, sé que si llamo a Uni lo más probable es que...

—...Se ría de vos, sí. Entiendo.

Ellos tres eran amigos de hace mucho tiempo, sí, pero sin duda sus personalidades tan diferentes se hacían notar desde una primera charla con cada uno. Alex y Germán serían como las dos caras respectivas de una moneda, algo tan curioso, porque mientras Alex se comportaba como la típica persona amante de los sentimientos y de la paz, para Germán el mundo era tan caótico que de no ser por el arte, seguro hubiera terminado siendo uno de esos drogadictos que se mantuviera a base de vivir de casa en casa, entre Tomás y Alex. Pero aunque ambos sabían que dentro de Germán existía un corazón de oro, este lo cubría con tantas capas que la metáfora de Shrek no estaba tan alejada de él.

—Bueno, y dime ¿Qué ha pasado?

Es... Un poco complicado ¿Sabes? He estado, uhm, bueno. —Alex tartamudeó, sin saber muy bien por dónde empezar, mientras Tomás se acomodaba mejor en su cama, dejando que Iván volviera a la tarea de abrazarlo por la cintura, con una ligera y calmada sonrisa en esos tiernos y gruesos labios. Tomás sonrió orgulloso cuando notó que aún se veían algo rojos, quizás por las veces que el pequeño los había mordido la noche anterior. El pelicafé aclaró su garganta, esperando que Alex comprendiera la indirecta y continúe—. Es que últimamente he visto en los periódicos algo sobre un niño, de esos de Neko Corporation, ¿Recuerdas? —Todo su cuerpo se tensó y de nuevo se encontró estúpidamente asentando con la cabeza, aun sabiendo que Alex no lo vería—. Claro que lo recuerdas, nosotros solíamos hablar mucho de eso hace años. —Rió el ojimiel, sin imaginarse lo rígido que estaba Tomás debido a sus palabras—. El punto es que le pregunté a mi padre sobre ello y dijo que hay una organización ilegal que está subastando los últimos prototipos de esos niños. Y bueno, sé que no está bien apoyar a ese tipo de cosas pero, umm. —Tomás incluso podía sentir el sonrojo en las mejillas de su mejor amigo en ese momento.

—Alex, espera. Detente. —dijo, levantándose de la cama tan rápido que logró asustar a Iván, causando que este despertara y mire a Tomás, tratando de regular su vista a la cantidad de luz que iluminaba la habitación.

𝐍𝐄𝐊𝐎 𝐂𝐎𝐑𝐏𝐎𝐑𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍 ── Spreen and RobleisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora