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—¿Cómo está?

Tomás se acercó con mucha calma a su pequeño, mientras le limpiaba el abdomen y le acomodaba su polera, no eran buenos días para estar en la playa, el aire corría con demasiada fuerza y él temía que Iván se enferme, así que lo mantenía con distintas poleras con diseños infantiles, esas que a su novio le encantaban tanto.

Besó la nariz del minino, quien solo se acurrucó en el pecho de Tomás, aunque él continuaba sin entender nada, solo obedecía las palabras de su amor porque sabía que luego le tocaban muchos besitos como recompensa.

—Está bien, el feto se encuentra bien, solo…

Vicky cortó la oración, sentándose en una de las bancas que Tomás le había indicado antes que podía, no era la primera vez que hacían eso, de hecho era la segunda. Iván acababa de cumplir cuatro semanas de embarazo, cuatro semanitas donde su estómago había crecido y Tomás no podía sentirse más como un novio y padre orgulloso, inflándosele el pecho cada que observaba al minino menear las orejas cuando se encontraba frente al espejo, seguro preguntándose la razón de su pancita grande.

—¿Solo qué…? Vicky, la última vez que viniste dijiste que tenías que confirmar algo hoy. Dime si algo le está pasando a Iván o al bebé, por favor.

—No es nada malo, Tomás. El cuerpo de Iván se ha adaptado excelentemente al cambio con un feto creciendo en su vientre, sin embargo, tienes que saber que el tamaño del feto no es el tamaño que debería tener cuando está cumpliendo apenas los veintiocho días.

—¿Está muy pequeño? Iván es un niño, es normal que lo esté, ¿No?

—Ese es el problema. Está muy grande.

Vicky soltó un suspiro, mientras sacaba del maletín una placa y le mostraba una fotografía de la ecografía anterior que le había sacado a Iván, Tomás realmente no entendía mucho de esas cosas, sin embargo, a juzgar por ambos, sí era visible como en el estómago de Iván se encontraba un bebé mucho más grande que en la placa del costado.

—Esas son dos ecografías de fetos a sus veintiún días. Como notarás, el de Iván es considerablemente grande, además de que, confirmándolo con la ecografía de hoy, el bebé sigue creciendo más y más.

—¿Qué significa eso?

—¿Sabes cuánto dura el embarazo de un felino, Tomás?

—¿Sabes cuánto dura el embarazo de un felino, Tomás?

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—Hey, amor. ¿Cómo estás?

Tomás había terminado de lavar los platos donde Iván y él habían comido. Estaba algo nervioso, así que más de una vez se había quedado quieto, dejando que el agua corra mientras su mente se llenaba de imágenes, de pensamientos, de ideas de cómo hablar con Iván sobre todo lo que estaba ocurriendo, porque no era una tarea sencilla.

Después de haber terminado, subió las escaleras hasta la habitación que compartía con el minino y lo encontró ya con su pijama. Le había comprado un conjunto, un pijama blanco con pequeños ositos arcoíris y la parte superior en forma de camisa de manga larga, hasta con el cuello doblado. Bueno, todo eso más el agujero por donde salía la larga cola de su bebé, Iván se veía tan adorable como absolutamente cualquier día, aunque Tomás pudo notar una diferencia: Lo veía mucho más radiante a cada segundo que pasaba.

𝐍𝐄𝐊𝐎 𝐂𝐎𝐑𝐏𝐎𝐑𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍 ── Spreen and RobleisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora