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—¿A qué te refieres?

Las cosas se fueron de las manos de ambos chicos cuando Rubén sonrió perversamente, o mejor dicho, tan frívolo como solo era él, ignorando su propio dolor para mostrar aquella sonrisa desquiciada, dejándole en claro lo mucho que iba a disfrutar de lo que estaba por decir.

—Subastas, niño. —dijo mientras buscaba con la mirada por su habitación, encontrando su notebook sobre su escritorio—. Ahí, ¿Quieres ver a Iván? Abre la notebook, entra al navegador y escribe rowcorporation.com, así como suena.

Tomás, muy a su pesar, obedeció, sabiendo que Germán tenía bien sujeto al hombre y que no intentaría nada malo. Él se sentó en la silla corrediza de Rubén y abrió la notebook, siguiendo paso por paso, ingresó la dirección url y dejó que la página cargue lo suficiente, encontrándose con una red de subastas, el mismo título central de la página lo decía, aunque al observar los “objetos subastados” sus ojos se abrieron llenos de sorpresa al notar que no eran cosas, sino niños, niños parte gato, tal y como todos aquellos que estaban correteando fuera de esa habitación.

Tomás mordió su labio, viendo las imágenes totalmente pornográficas de los pequeños posando y al lado cierta cantidad de dinero, mientras más abajo se encontraba el botón de “Apostar más”. Eso en cada una de las fotos.

—¿Qué mierda es esto? —Casi gritó ante la mirada interrogante de Germán—. Germán, son niños, como Iván, Rodrigo o cualquiera de los pequeños de afuera, los están vendiendo como si fueran juguetes o muñecos y apuestan por ellos de manera online, ¿Qué mierda es esto?

—Ese es el verdadero trabajo de Cameron y su compañero, Tomás. Es para eso que continuaron con Neko Corporation. La subasta de niños nuevos y vírgenes para entrega en cualquier parte del mundo.

Tomás empujó su silla hacía atrás con sus pies mientras pasaba sus manos por su rostro, evitando caerse debido a la forma como perdió el equilibrio por un instante. Otra vez, todo encajaba tan enfermizamente, quizás debió haber investigado eso mucho antes, pero jamás pensó que la cosa se resumiera a subastas ilegales por internet.

—¿Y cómo sabes quién es el comprador? —Preguntó Tomás, empezando a sentir como todo su cuerpo temblaba ante las ideas que estaban pasando por su cabeza—. Porque lo sabes, ¿No? Internet tiene todo un sistema para encontrar la ubicación exacta de cualquier computador, aunque el usuario de este sea anónimo.

—Claro. —Habló Rubén, encogiéndose de hombros—. Pero los compradores son suficientemente inteligentes y millonarios como para perder su IP en la red, o, en todo caso, hacer la compra desde un lugar que no tenga nada que ver con su verdadero paradero. Son ricos, Tomás, llegaron hasta donde están no por ser precisamente estúpidos.

Tomás gruñó cuando notó que él no había pensado en eso. Suspiró, inclinándose de nuevo hacía la notebook. Su mente viajó hacía el par de ojos ónix más hermoso de su vida y entonces tuvo miedo, ese miedo creciendo en su cuerpo cada vez más. Ni siquiera quería hacer la pregunta, pero debía hacerla, era por lo que estaban ellos ahí.

—Busca a “Iván”, así tal cual, Iván. Seguro te aparecen muchos pequeños que se llamen así, pero a ti solo te interesa uno, ¿No?

El pelicafé obedeció, dejándose llevar por la incertidumbre, entró a la parte de “Buscar” en la página y colocó el nombre de su pequeño. “Se han encontrado 20 resultados”, bajo entre las fotos, subastas aún abiertas, algunas aún terminas, niños desnudos, pequeños siendo vendidos en internet con el nombre de “Iván” y luego Iván, su Iván estaba…

(VENDIDO EL 02 DE ENERO)

(VENDIDO EL 02 DE ENERO)

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𝐍𝐄𝐊𝐎 𝐂𝐎𝐑𝐏𝐎𝐑𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍 ── Spreen and RobleisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora