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Iván observaba a Tomás hablar con su madre, así que, luego de asegurarse de mantenerlo en su campo de visión, pasó a enfocarse en su problema principal, en ese grupo de niñas al frente suyo, que lo miraban peor que a algo raro, aunque tenían unas sonrisas como las de las muñecas feas que no le gustaban, de lado a lado, casi de oreja a oreja.

—¿Meow? —Maulló suavemente, sin saber cómo comunicarse con las cuatro pequeñas, observando la mirada de cada una. Se supone que tenían que acercarse, pero Iván prefería oler primero a la niña de cabello bonito, Abril, antes que a las demás. Soltó otro maullido, tratando de mantener el contacto visual con el verde de los ojos de la pequeña, aunque ese color no era tan claro como el verde de la mamá de su Tomás.

Una vez Abril entendió, tuvo una pelea con Ama porque ella era la mayor, y quería ir primero, pero luego de que la niña de cabello bonito le dijera a su hermana que llamaría a Tomás, ambas se callaron. Abril se acercó a paso lento hasta el sofá donde se encontraba Iván aún con sus piernas encogidas hacía su pecho y sus manos descansando sobre sus rodillas.

La pequeña niña estiró su mano relajada hasta el rostro del gatito, obedeciendo lo que su hermano le había dicho sobre primero dejarlo olerlas, y Iván olfateó con sumo cuidado, hasta que hizo lo que antes con Germán, acercó su cabeza de tal modo que la mano quedó sobre sus rizos, y Abril comprendió que podía acariciar, así que lo hizo.

Las cuatro niñas se cubrieron la boca para callar sus gritos llenos de emoción, mientras Abril soltaba un “Yaaass” en un susurro, tratando de no asustar a Iván. Para el minino estaba bien, la niña tenía manos pequeñas y se sentía genial cuando sus deditos pasaban por su cabello, o por el inicio de sus orejitas.

—Ama, ahora acércate tú.

Parecía que todas hacían una travesura juntas, puesto que susurraban para mantener la calma de Iván, en lo que este ronroneaba, disfrutando de las caricias, luego sintió otra mano cerca de su rostro y al abrir los ojos se encontró con otros cafés parecidos a los de Tomás y una sonrisa amable.

—Hola, yo soy Amairani, pero todos me dicen Ama. ¿Tú cómo te llamas?

Iván abrió la boquita, separando bien los labios y las pequeñas tuvieron que aguantar otro grito al notar los adorables colmillitos superiores e inferiores en la boca del menor, antes de escucharlo hablar con la voz ronca e infantil—. Iván.

Otra mano se posó sobre su cabeza y ahora fueron mucho más caricias agradables. Iván no tardó en cerrar los ojos y entregarse a las sensaciones, con suaves ronroneos, escuchando las risitas de las niñitas. Todo iba a estar bien, se dijo, meneando la cola de un lado al otro con tranquilidad

Tomás observaba con una gran sonrisa como ahora sus cuatro hermanas tenían sus manitos sobre el cabello de Iván, aunque luego tendría que lavarlo, no quería que su bebé tuviera sus rizos sucios, eso contando las cosas que sus hermanas podían haber...

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Tomás observaba con una gran sonrisa como ahora sus cuatro hermanas tenían sus manitos sobre el cabello de Iván, aunque luego tendría que lavarlo, no quería que su bebé tuviera sus rizos sucios, eso contando las cosas que sus hermanas podían haber estado tocando antes, como la tierra del bosque entre alguna de sus travesuras o cualquier otra cosa, aún peor conociendo lo mucho que a Iván le gustaba verse bien, porque no era algo anormal el encontrar a su pequeño cuidando sus rizos, al parecer le gustaban mucho.

𝐍𝐄𝐊𝐎 𝐂𝐎𝐑𝐏𝐎𝐑𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍 ── Spreen and RobleisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora