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Esa mañana, Iván ya cumplía dos hermosas semanas viviendo en la casa de Arbillaga, y este no podía estar más feliz. Si bien no era del todo fácil criar al pequeño minino, definitivamente tenía sus hermosas ventajas, como por ejemplo, despertarse todos los días al lado del cuerpo más tierno y precioso que la humanidad y unos cuantos experimentos pudieron crear.

—Mmm. —Tomás se logró estirar en su cama, sonriendo al sentir como los delgados brazos de su gatito se enredaban con más fuerza alrededor de su cintura, y un ligero sonidito escapaba de los labios del, aún dormido, Iván.

El mayor apoyó su codo en la cama y su cabeza sobre su palma, para quedarse observando desde un ángulo más alto esa cantidad de rizos despeinados que tanto amaba acariciar. A veces se preguntaba cómo era posible que Iván tuviera un cabello tan suave, y una vez hasta se puso a pensar en lo genial que era el hecho de que al pequeño no se le cayera el pelo como a los gatos, odiaría que esos rizos desaparezcan de a pocos, y aunque crecieran más, definitivamente su bebé era perfecto tal y como estaba.

Observó claramente sus esponjosas orejas sacudirse y sonrió, inclinándose lo suficiente, presionó la más cercana a sus labios con estos, sin usar los dientes, logrando que su minino se estirara y volviera a mover esos triángulos felpudos en su cabeza.

—Bebé. —Lo llamó, tratando de despertar al pelinegro, eso era un poco difícil para él absolutamente todos los días, pero tenía que hacerlo, aunque su niño felino siempre le hacía de esa experiencia un reto, aún peor desde que hace ya más de una semana habían empezado sus juegos sexuales que dejaban al pequeño gatito totalmente cansado—. Amor, recuerda que quedamos que hoy haríamos algo. —Volvió a hablar, sabiendo que él lo escuchaba por la mueca de disgusto que tenía en su rostro.

De nuevo Ivám estaba siendo un mal gatito, un gatito rebelde y eso era algo que Tomás no podía permitirle. Sonrió con malicia y lentamente se liberó de los brazos de su niño, incorporándose lo suficiente para lograr meterse bajo las frazadas, en lo que el gato se acurrucaba de nuevo abrazando la almohada, quizás creyendo que se trataba de su Tomás.

El tatuado rió y de un tirón le bajó al pequeño sus ligeros calzoncillos rojos, logrando que Ivám soltara un respingo, pero antes de que sus pequeñas manos cubran su zona sensible, Arbillaga tomó con firmeza su miembro, escuchando claramente un gemido ronco escapar de los labios de su minino.

—¡Ah! —el de ojos negros se erizó por completo, encogiendo las piernas, mientras sus manos bajaban para tocar ese cabello suave que ya conocía tan bien. Meneó sus orejas y removió su cola, acariciando las hebras del mayor, jadeando cuando la mano de esté empezó a moverse por su miembro, de arriba hacia abajo.

Pero esta vez hubo algo diferente, algo que el minino no se esperó y que logró hacer que su espalda se arqueara hasta despegar del colchón, Iván sintió con claridad una calidez húmeda que rodeaba la punta de su miembro, antes de sentir como la lengua de Tomás pasaba por todo el ancho de su glande. Dejándose llevar por el placer, el gatito tomó con fuerza los mechones de cabello del mayor y lo empujó más hacía su entrepierna.

Tomás sonrió al sentir los constantes tirones y obedeció, separando más sus labios, permitió que toda la longitud de la erección ingresara en su boca, iniciando un vaivén, asegurándose de humedecer bien cada parte del tronco del miembro, escuchando complacido todos los sonidos que escapaban de la boca del pelinegro.

El menor encogía los dedos de sus pies tratando de aguantar lo más posible el orgasmo, pero es que Arbillaga movía su lengua por todo el largo de su cosita y se sentía tan malditamente bien. Iván incluso creía de nuevo que toda la resistencia que había conseguido en la última semana con la cantidad de veces que el tatuado había jugado con su miembro se había ido por el caño, porque eso no se comparaba en lo más mínimo a cuando su glande tocaba el fondo de la boca del mayor, disfrutando de estar atrapado en esa cavidad. Joder, como lo amaba.

𝐍𝐄𝐊𝐎 𝐂𝐎𝐑𝐏𝐎𝐑𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍 ── Spreen and RobleisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora