Capitulo 4. 𓃠

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Christopher.

Me siento frente al balcón, Rachel está en el suyo, aunque otra vez parece perdida. Me preguntó cómo carajos es que una chica que se muestra tan activa, colorida y escandalosa en todos lados, es así en sus propias paredes.

No está bien. Mis padres y el suyo lo saben, pero sé que pasó derecho de la idea de ir con un especialista. No soy quien para juzgarla, supongo.

No creo que sea fácil pasar de ser super mimada por sus padres, a qué su madre le haya organizado una boda y al final le haya gritado que le arruino la vida. Con su padre, pasar de tener su atención 24/7 a tenerla 15 minutos al día y ser ignorada tres días seguidos. Y encima, quedarse sin amigos.

Desde que sabe que si la veo cuando se pone así, ya no bebé en su recamara, pero por Alex sé que ha vaciado dos de whisky en estos días.

—Es hora de comer...

La miro por encima del hombro.

—¿Ya?

—Se te va a enfriar la comida y no te la voy a subir. Baja ya.

Regreso la mirada a Rachel. Se aproxima a mi, apoya la mano en mi hombro.

—Tengo una mejor idea —murmura—, ¿Por que no empaco algo de comida en unos refractarios y vas a comer con ella?

—Seguro me corre.

—Tu padre me va a matar si te lo digo, pero da igual —me hace ponerme de pie para bajar a la cocina—. Desde tu última visita a su casa, parece que... Que medio le bajó al alcohol...

—Dijo que se bebió dos botellas de whisky.

—Se ha bebido más en menos días, cariño —murmura.

Suelto un suspiro, sentándome en la silla de la barra. Se mueve hacia donde tiene sus refractarios y saca algunos, comenzando a poner comida en ellos.

—Tengo una cita con ella. Para mañana.

Levanta la cabeza, sonriendo ampliamente.

—Eso es genial —deja la comida para acercarse—, ¿Que van a hacer?, ¿La llevarás al cine?, ¿A cenar?, ¿O quizá a...?

—No seas chismosa —se ofende.

—No me hables así, soy tu madre —me señala—, tu padre me llevo de primer cita a...

No. Hago oídos sordos por que no son más que estúpidas cursilerías.

Agradezco que el timbre suene. Sara, cuando ve que no le estoy haciendo caso, opta por regresar a lo que hacía, pero me tacha de un hijo muy mal educado. Se ofende más a ella que a mí, por qué ella fue la que me crío, por ende, la que me educó.

—Señor Morgan, la señorita Rachel está aquí —entra la empleada—. Pregunta por usted, ¿Que le digo?

—¿Rachel está aquí? —se emociona la otra.

Frunzo el ceño. ¿Por qué está aquí?

—Si.

—No le digas nada. Mi hijo la va a ir a recibir —la mujer asiente y se va—. Corre, se un poco caballeroso y tráela aquí para que comamos juntos, después pueden irse a tu habitación. Con la puerta abierta.

—Sara, tengo casi 18 años, no...

—No me importa cuantos años tengas, cielo, estás en mi casa, así que la respetas. Y ya te dije que no soy Sara, soy mamá.

—Felicidades.

Rueda los ojos, deja los refractarios de lado y va por platos. Suspiro.

Me pongo de pie, yendo a la entrada, la veo retorciendo las mangas de la sudadera que usa, aunque... Reconozco a su estúpido gato de peluche atrapado entre su brazo doblado. Me acerco, provocando que deje las mangas en paz, aunque al gato lo sigue abrazando. Esa cosa está más desgastada que mi padre.

𝗦𝗢 𝗜𝗧 𝗚𝗢𝗘𝗦 | 𝗙𝗔𝗡𝗙𝗜𝗖 𝗖𝗛𝗥𝗜𝗦𝗖𝗛𝗘𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora