Capitulo 13. 𓃠

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Rachel.

Arrojó la prenda al idiota que entra sacudiendo las llaves del auto como si fueran un jodido juguete. Se detiene en seco al ser golpeado con la falda que quería ponerme.

—¿Que mierda...?

—¡Por tu maldita culpa mi ropa ya no me queda! —le grito.

—Nena...

—¡Nena una jodida mierda!, ¡Es mi falda favorita! —suspira, tomando la falda antes de acercarse—. No. Ni siquiera lo...

—Nena, sabes que esto solo es temporal...

—Temporal —repito entre dientes—. Cuando tú hija nazca, de todas formas ya no me va a quedar.

Siento que se me quiebra la voz, lo que me hace fruncir el ceño. Estoy harta de llorar.

Sus brazos me rodean, pero no correspondo a el abrazo ni al beso.

—No sé que decirte, ¿Bien? —me aparta el cabello de la cara—. Supongo que si te digo que compremos otra, no te va a gustar —pues no—. Y no te puedo decir que estoy seguro de que tú ropa te va a volver a quedar igual por qué quizá no sea así. Pero...

—Dile que deje de crecer —me cubro el rostro—. Ya no quiero que crezca, es...

—No podemos hacer que deje de crecer —me aparta las manos y después las lágrimas—. Faltan tres meses. Y...

—Y la doctora dice que va a crecer más —me dan ganas de arrancarme el cabello—. Ya no quiero que lo haga —sollozo.

Me da un beso en la frente, pegándome a él. Me permite llorar por lo que pueden ser minutos o horas, pero cuando ya se me pasó, me sujeta mejor, obligándome a sentarme en su regazo, pasa los dedos por mi cabello.

—¿Quieres ir?

Bufo.

—Pues tenemos que ir —suspiro—. No es como que podamos faltar.

—Si podemos.

—No. Esa cita la estamos posponiendo desde hace una semana. Natalia nos va a matar como no vayamos hoy.

—Un psicólogo asesinando a sus pacientes... Sería interesante...

—No sé que ponerme...

Me da otro beso, separándome.

—Quédate aquí —frunzo el ceño.

Me pasa a la cama, protesto, pero me cruzo de brazos, esperando. Y esperando... Y esperando...

Hasta que aparece con una sudadera suya, una licra y un top.

Me coloca el top, después la licra y al último su sudadera. Recoge mi cabello con una liga en una cola alta, dejando escapar varios mechones de mi cabello.

Desaparece y regresa con mis zapatillas deportivas. Se me olvida el mal rato, por qué me da risa y se me hace tierno la forma en la que se concentra.

Me da un beso en el muslo al culminar, se incorpora y me da un beso más en los labios.

—Gracias —susurro.

—Algún jodido día vas a dejar de agradecer por todo y por nada —masculla.

—No creo —sonrío—. Vamos.

Asiente, soltando un suspiro.

Salimos de la habitación y pronto de la casa. Me pone ansiosa siempre que vamos a terapia, pero es necesario.

—¿Tienes hambre? —me coloca la mano en el muslo.

Sacudo la cabeza.

—No. Tengo náuseas.

𝗦𝗢 𝗜𝗧 𝗚𝗢𝗘𝗦 | 𝗙𝗔𝗡𝗙𝗜𝗖 𝗖𝗛𝗥𝗜𝗦𝗖𝗛𝗘𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora