Capítulo 16 | Recuerdos

76 18 135
                                    

☆Sam☆

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

☆Sam☆

—¡QUE TE LARGUES, TE DIJE!, ¡YA VETE! — Su grito me hizo temblar todo el cuerpo, no comprendía su reacción, ¿Que había hecho?, ¿Por qué se había molestado?, lo miraba aterrada, Noha me daba miedo, más aún cuando se ponía agresivo de esa manera.

Comenzó a caminar hacia mi dirección, podía notar su rabia en sus ojos y en su mirada, por un momento pensé que me golpearía, y mi corazon se partio en mil pedazos, ya había estado en estas situaciones antes y sabía lo que venía, en un acto de puro instinto cerré mis ojos con fuerza y agache mi cabeza esperando su golpe, pero nunca llego, asi que abri lentamente mis ojos,temerosa por lo que podía pasar. Noha estaba ahí, inmovil, frío, serio, su expresión era vacía, nula, no me decía nada, sin embargo me ponía la piel de gallina.

Lo mire por última vez con los ojos llenos de lágrimas ante la situación y el temor que me causaba, y salí corriendo de la habitación.

Mis pies se tambaleaban, parecían enredarse con ellos mismo en cada paso que daba por el enorme corredor del castillo. No sabía hacia dónde me dirigía, solo quería correr lejos de Noha.

De repente cuando gire por uno de los pasillos me choqué de frente con un cuerpo robusto, alto y ancho. Levanté la vista, limpiando mis lágrimas, para ver de quien se trataba.

El rey Herne me sonrió cálidamente.

— Correr con los ojos nublados no es recomendable para el corazón— dijo al notar mi rostro, y me extendió un pañuelo que sacó de su bolsillo.

—Yo...yo...— No sabía qué decir. —Gracias.

El rey sonrió.

—¿Debo preocuparme por el motivo de esas lágrimas?— comentó con aquella voz preocupada y gentil que tenía cada vez que hablaba conmigo.

Negué con la cabeza, pero al rey pareció no convencerle mi respuesta porque frunció el ceño y me miró dubitativo.

—Es que... extraño a mis hermanos— le dije finalmente y no era mentira, desde que llegué a Argania hace algunos días, no había dejado de pensar en Max y Alex, y de cómo se dio todo la última vez que los vi. El recuerdo de aquel día permanece vivo en mi memoria.

***

Puedo saber ¿dónde te metiste?... Sam, ¿Acaso no te das cuenta de lo que has causado?La voz de Max regañandome entre dientes aún resonaba en mi cabeza.

Mi padre había golpeado a Alex, solo porque él me quiso defender y Max no pudo hacer nada. Estaba tan enojado que cuando vio que mi padre se las agarró conmigo no hizo ni el intento de entrometerse, me dejó ahí con aquel monstruo.

Y cuando los gritos se acallaron, regresó por mí.

Suéltamele grité entre llantos mientras intentaba caminar con escasas fuerzas hacia mi habitación. Me dolía todo, mi cuerpo temblaba de dolor.

ARGANIA : HEREDEROS DE UNA MALDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora