☆Dedicado a tu espíritu inmortal que hoy vive en estas letras, a tu alma eterna y a tu esencia que sigue viviendo más allá del tiempo. A dónde quieras que estés no me olvides, porque yo jamás lo haré.☆
●Ivar●
Los hospitales eran un sitio con demasiadas energías pesadas, abrumadoras y negativas. La cantidad de personas enfermas, preocupadas y temerosa, así como la de sus familiares que solo demostraban angustia frente a diversas situaciones, hacían de aquel lugar una cárcel de almas errantes y heridas, solo unas cuantas eran acogidas por la felicidad y la alegría cuando presenciaban un nacimiento o una buena noticia.
Sin embargo en el área de terapia, donde nos encontrábamos el olor a la muerte era más intenso y solo el miedo se apoderaba de los pasillos.
—Listo, ya cerré bien la puerta— dijo Noha girándose hacia mi. — No tenemos mucho tiempo, pronto vendrá la enfermera.
Habíamos entrado con Noha y Max a la habitación donde reposaba el cuerpo de Alex. La imagen que se proyectaba ante nuestros ojos era desalentadora
El ambiente era tenue y sepulcral, la escasa luz sobre la cerámica blanca proyectaba la esclarecedora desolación de los que se debaten entre la vida y la muerte.
El cuerpo de Alex yacía tendido en la camilla de sábanas blancas, su rostro frágil y golpeado, así como los hematomas qué se marcaban como tinta en su piel, eran el reflejo de toda la violencia que había recibido cuando sus ojos estaban abiertos. El eco del monitor de su corazón bombeando y motor del respirador que le daba oxígeno, era lo único que retumbaba en aquel lugar.
—¿Crees que él aún sigue aquí?, ¿Qué puede oírme? — preguntó Max sin apartar la vista de su hermano. Busqué sus ojos y por ellos se escurría una cuantas lágrimas de dolor.
Rodeé mi brazo por su hombro, le compartí parte de mi energía, que aunque estaba algo abrumada por las circunstancias no dejaba de ser más fuerte que la de él.
—Lo encontraré… y lo traeré de regreso. Todo estará bien— le dije dando ánimos. Pero lo cierto es que ni yo sabía lo que iba a pasar. Ni siquiera tenía idea de donde o como buscaré a Alex, pero ya estaba aquí, tenía que intentarlo por Max y Sam.
La existencia de las almas era un hecho innegable para mí, sabía que existían y que eran y somos perdurables en ese sentido, pero… ¿A dónde van las almas cuando dejan la vida?, ¿Que pasa cuando abandonan el cuerpo material?, ¿Se convierten en esencia?, ¿en polvo?, ¿en alguna estrella, quizás?. Había leído por ahí que cuando alguien muere regresa a su lugar de origen, a formar parte de una enorme constelación, porque somos eso, hijos del universo.
Había estudiado mucho sobre la conexión de almas, sin embargo y como dije anteriormente, es algo que nunca había practicado. Sabía que necesitaba de una gran concentración, requería de un enorme esfuerzo para canalizar un alma perdida y sobre todo para no perder la mía en aquel viaje, porque de una u otra manera si quería encontrar a Alex tenía que abandonar este plano.
Ok, aquí vamos.
La habitación permanecía en silencio, podía sentir los ojos de Max y Noha, atentos y expectantes a cada uno de mis movimientos , era bastante presión pero la podía manejar, ya me había encontrado en otras situaciones desafiantes. Después de todo soy un guardián, calma y seguridad no me podían faltar, no en estos momentos.
Me acerque lentamente hacia el cuerpo de Alex, coloque mis manos sobre su pecho, intentando encontrar algún rastro de vida, una esencia que se haya aferrado a él y me condujera hacia su alma.
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ARGANIA : HEREDEROS DE UNA MALDICIÓN
FantasyLa vida de Sam sufre un vuelco inesperado cuando por cuestiones del destino debe mudarse, dejar su casa en la gran ciudad, para instalarse en un antiguo castillo perdido en el bosque de un extraño y misterioso pueblo, llamado Santa Clemencia. El aj...