Capitulo 9

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Alexander llego y encontro a Liliana en la galeria, con el radio encendido, con una musica suave,a un volumen moderado, mirando hacia la nada.

—¿Que tal todo?

-—Hola muñeco— Se levanto de la mecedora para ir a abrazarlo.

-—Liliana sabes como me enoja que me digas asi—-Pero aun así le corresponde el abrazo.

—Lo sé, tienes hambre preparamos algo que te encantara— El frunce el ceño y pone los ojos en blanco.

-—¿Donde está ella?

—-En su cuarto—Sin mas se dirigió a mi cuarto, donde lo que vería lo dejaría casi sin aliento.

Abrió mi recamara y me encontró en una muy mala posición durmiendo con la pequeña bata por encima del abdomen dejando ver un poco mis pechos, las piernas abierta y una pierna afuera de la cama, como si hiciera calor, mi larga cabellera negra suelto y regado  por toda la cama tenia la colcha que me estaba arropando de almohada y las almohadas todas en el piso, El entro aflojándose la corbata y cerrando la puerta tras de sí. El no dejaba de mirar mi cuerpo semis-desnudo, le costaba tragar, suspiro un largo respiro se sentó en la cama y sin un mínimo esfuerzo me sentó frente a el, estaba somnolienta.

-—Mamá 5 minutos mas —Me recuesto en su pecho, encima de el, le doy un beso en la mejilla, conteniendo las ganas de comérsela  enterita, da otro largo suspiro  y con mucho cuidado me quita de encima suyo y me recuesta en la cama, recoge las almohadas y me la pone debajo de la cabeza, después se quedo mirándome, y ve que sonrió cree que estoy despierta, me mueve pero no se me quita la sonrisa, así que decide irse a cenar si seguía ahí, sabia lo que pasaría, le diría no a la tentación por esta vez, decidido se levanta y se va cerrando la puerta.

-—Me tengo que ir

—Si Rafael te esta esperando afuera

—¿Por cuanto tiempo te quedaras así?

-—Esta muy oscurecido, es mejor que te marches se te hará tarde.

—¿Por qué  siempre me cambias de tema?

—Porque ya no soy un niño para que me estés diciendo que o no debo hacer, yo soy muy mayorcito para estas tontería—Sin mas Liliana se fue no sin antes.

—Eso espero—Y  se fue, sabia que Alexander era capaz de dejarla hablando sola, ella solo quería que abriera los ojos no todas son como el cree, pero se la hecho tan difícil, cree que todo el trabajo lo hará olvidar, pero lo que no sabe es que se hace daño el mismo.

Había pasado un mes, en esa masion era muy divertido, Alexander había mejorado un poco su humor de mil demonios, cuando digo poco es por que casi no lo veía, cuando llegaba se encerraba en su despacho a trabajar lo que me molestaba de sobremanera, así que hacia lo siguiente, le escondía lo que creía que era de importancia y nunca fallaba en cuanto a eso, me gustaba verlo preocupado, se veía tan guapo, el pobre se hartaba de buscar, cuando ya no aguantaba la risa, me iba a mi cuarto a explotarme de la risa y se lo contaba a Diana, que era la que convencía para que se los entregara, cuando se los entregaba me miraba con deseo de explótame con todo y casa, después de hartarse de buscar era que yo se lo daba. En cuanto a mi brazo estaba sano, tenia el yeso de lujo,  pero lo que yo nunca me iba a imaginar era que el iba a reaccionar de esta forma esta vez.

-—Señorita Medina, dámelo.-—Me dice serio como siempre, 

—-¿De que hablas?— Digo escondiendo mi cara en la revista de Esika que tenia, el con toda la delicadeza del mundo me quito la revista de la mano y me tomo la barbilla y me obligo que lo mirara a los ojos.

En busca de un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora