Acto III: La carta y una disculpa

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Mi padre se acercó, mientras mi madre se percataba de la carta que traía en la mano.

- ¿Y esa carta? - preguntó, su voz llena de curiosidad.

- Alguien en la mansión me la entregó - dije, bajando un poco la vista hacia el sobre. - Quiero leerla urgente.

Sin más explicaciones, entré en la casa y me dirigí a la cocina. Me senté en el comedor, y mis padres hicieron lo mismo, observándome y esperando ver mi reacción al abrir la carta.

Con manos temblorosas, rompí el sobre y, al ver el contenido, mis ojos se abrieron de par en par. Sentí un nudo en mi garganta mientras unas lágrimas se escapaban sin poder controlarlas.

- ¿Qué sucede, hijo? - preguntó mi madre.

No pude responder de inmediato. Observé la carta en mis manos, y lo primero que llamó mi atención fue el sello en forma de amapola, la flor favorita de Laurent. El dolor de la nostalgia me hizo temblar, era como si una parte de él estuviera allí, presente a través de ese pequeño símbolo.

Respiré profundo y abrí la carta con cuidado, como si de alguna manera, al hacerlo, estuviera volviendo a conectar con Laurent. Al ver la letra inconfundible de Laurent en el papel, no me quedaron dudas. Era su escritura. Las lágrimas salía más de prisa. Todo lo que había contenido, todo lo que había tratado de enterrar, salió a flote en ese momento.

Mis padres me miraban con el corazón en la mano, sin entender del todo lo que estaba pasando, pero sabiendo que aquello, fuera lo que fuera, tenía una profunda importancia para mí.

Mis manos comenzaron a temblar antes de que pudiera siquiera empezar a leer. El peso de la carta en mis manos se sentía inmenso, como si todo el pasado estuviera contenido en sus palabras. Mi madre, notando mi agitación, se acercó rápidamente y puso una mano suave sobre mi brazo.

- Hijo, tal vez deberías tomarte un momento a solas - me dijo en un tono suave y con preocupación.

Levanté la vista y la miré, pero negué con la cabeza.

- No, mamá. Quiero que estén aquí conmigo. Quiero que escuchen las palabras de Laurent.

Ella asintió, con preocupación. Mi padre, que había estado en silencio, me dio una mirada de apoyo, como si comprendiera lo difícil que era para mí. Sin más, tomé una profunda respiración y volví mi atención a la carta.

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Querido Saimón,

Sé que leer esto debe ser difícil, y créeme, escribirlo tampoco fue fácil. Nunca imaginé que llegaría un día en que tendría que despedirme de ti de esta manera, pero la vida es impredecible. Sin embargo, hay cosas que quiero que sepas antes de que me despida por completo.

Pasamos mucho tiempo juntos, más del que alguna vez pensé compartir con alguien. Durante todo ese tiempo, sentí algo que nunca fui capaz de decirte en persona. Me enamoré de ti, Saimón. Fue un amor silencioso, nacido de cada momento que compartimos, cada palabra, cada mirada. No quería confesártelo antes porque no quería ponerte en una posición incómoda o cambiar lo que teníamos. Pero ahora que ya no estoy, puedo dejar estas palabras por escrito, esperando que puedas entender lo que sentía.

Sé que solo sabes lo básico sobre mi hijo, Vincent. Ha estado viviendo en Francia todos estos años, construyendo su vida y tomando las riendas de la empresa familiar. Vincent es, en muchos aspectos, similar a mí, pero al mismo tiempo es completamente diferente. Siempre he sentido una mezcla de orgullo y preocupación por él, ya que, aunque es fuerte, también lleva un peso enorme sobre sus hombros.

Chance of routine (Furry/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora