Acto XVII: Florecimiento y preguntas

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Entré a la cocina, saludando a todos con un simple "buenos días". Magdalena estaba ocupada frente a la estufa, y me devolvió el saludo sin apartar la mirada de la olla en la que cocinaba algo que olía muy bien.

María estaba sentada junto a Charlotte en la mesa. También me saludaron, y esta vez, noté que no me sentía tan distante cuando ellas me dirigían la palabra. Algo en mí había cambiado, quizá por el tiempo que había pasado, o tal vez porque estaba aprendiendo a dejar ir ese odió.

De repente, María alzó la vista con curiosidad, fijándose en lo que llevaba en las manos.

- ¿Y esas flores? - preguntó.

Al escuchar la palabra "flores", vi cómo Magdalena volteaba rápidamente observando la maceta que cargaba.

- Oh, son preciosas - dijo, evidentemente encantada. - ¿Son las mismas que plantaste hace varios días?

Sonreí y asentí.

- Sí, son las mismas - respondí. - Después de varios días, finalmente florecieron. Han crecido bien.

Esas flores representaban mucho más de lo que cualquiera de ellas podía entender.

Magdalena se dio cuenta de mi expresión, y con voz suave, preguntó.

- ¿Estás bien, Saimón? Pareces... nostálgico.

Seguí mirando las flores, las hermosas amapolas.

- Es que estas eran las flores favoritas de Laurent - murmuré, apenas lo suficientemente fuerte para que me escucharan.

De reojo, vi a María quedarse callada. Al oír el nombre de su hermano, su expresión cambió ligeramente, como si algo en ella se hubiera removido.

- ¿Por eso las plantaste? - preguntó, sin levantar mucho la voz.

- Sí - respondí, sin apartar la mirada de las flores. - Las planté para que me recordaran a él. De alguna manera, tenerlas cerca me hace recordarlo.

María pareció sorprendida, y por un instante, vi una sonrisa pequeña pero sincera en su rostro.

Me acerqué a la mesa y coloqué la maceta con cuidado en el centro.

- Ahora estas flores se quedarán aquí, en la mesa del comedor de la cocina - dije, tratando de mantener la voz firme. - Entre todos debemos cuidarlas, para que no se marchiten.

Noté cómo María observaba las flores. No pasó mucho tiempo antes de que unas cuantas lágrimas le cayeran por las mejillas, lágrimas que no logró detener. Charlotte, preocupada, le preguntó si estaba bien.

- ¿Estás bien mamá? - le dijo, con una expresión preocupada.

- Sí - respondió María, limpiándose las lágrimas rápidamente. - Es solo que... ver estas flores me recuerda tanto a mí hermano. Lo extraño.

A pesar de sus lágrimas, una sonrisa llena de nostalgia se dibujó en su rostro. Era una mezcla de dolor y amor, de esos sentimientos que uno no puede controlar. Y aunque a veces es difícil enfrentarlos, las amapolas estaban allí para recordarme que Laurent siempre tendría un lugar en mi corazón.

Magdalena intentó suavizar el ambiente, probablemente notando que la conversación había tomado un giro nostálgico.

- Estoy preparando algo delicioso con papas - dijo, con un tono alegre, tratando de cambiar de tema.

Yo me quedé en silencio, sin responder. Mis pensamientos estaban en otro lado, así que caminé hacia la ventana, la que daba al jardín. Afuera, todo estaba en calma.

Chance of routine (Furry/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora