10- Nunca estarás solo

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GAVI:

Unos ruidos me despiertan, me encuentro al canario mayor buscando ropa en el armario, miro la hora y veo que son las dos de la mañana, ¿a dónde tiene que ir?

Me levanto y está de espaldas, por lo que no se ha percatado de mi presencia, pongo mi mano en su espalda y se sobresalta, ya que no se esperaba que estuviera despierto. Suelto una carcajada floja que es borrada cuando se da la vuelta. Sus mejillas estaban adornadas con lágrimas.

El sueño se me va de golpe, pongo mis manos en su espalda baja y sus manos se posan en mis hombros. Me abraza fuerte y esconde su cara en mi cuello, le masajeo la espalda para tranquilizarlo.

- Tranquilo Fer...- niega con la cabeza y se separa.

- Ve con Pedri, te necesita- mi corazón dejó de latir, lo que haya pasado ha sido muy grave.

Le doy un beso en la mejilla y empiezo a correr para dirigirme a la habitación del canario menor, antes de entrar veo que está hablando con mi prima. Momentos después se abrazan y se funden en un beso lento.

Eso me ha dolido, pero me quedo al margen ya que yo no estoy en una relación con Pedri, pero Elisa si. Mi prima se estira en la cama y se tapa con la manta, el canario la mira incrédulo, pero después cierra los ojos y empieza a caminar fuera de la habitación.

Nuestras miradas conectaron y veo debilidad en sus ojos, cierra la puerta y abro los brazos. Quiero que entienda que si necesita, puedo estar ahí para él siempre. Veo duda en sus ojos, pero rodea mi torso con sus brazos y esconde su cara en mi cuello. Los míos rodean su cadera en un gesto protector, le beso la sien repetidas veces para intentar tranquilizarlo.

Minutos después se separa del abrazo y sube sus manos a mis mejillas, me sonríe débilmente y le beso en la mejilla, subo mis manos en sus hombros para masajear.

- Pedri...- me mira atentamente- ¿qué ha ocurrido?- hace un puchero y su labio inferior tiembla.

- Mi madre está enferma y acaba de recaer- agarra con fuerza mi camiseta y las lágrimas vuelven a caer- no quiero perderla Gavi, no estoy preparado- mi corazón se rompe al ver su desesperación. Volvemos a fundirnos en un abrazo y mi mano se pone en su nuca, la otra rodea su cintura y sus manos se aferran a mí camiseta.

Nos separamos y entiendo que ahora van al hospital, así que voy a la habitación de Fer y me cambio. Cuando salgo los dos hermanos me miraron confundidos, me encojo de hombros y camino hacía las escaleras para bajar.

- No pienso dejaros solos- veo como se miran entre ellos, cuando llego a la planta baja, me doy la vuelta para mirarlos- ¿vamos?- asienten con la cabeza y bajan corriendo, ya que quieren estar cuanto antes ahí.

Subimos al coche, ellos dos delante y yo detrás, mis ojos no se despegan de Pedri, se está haciendo el fuerte, pero en el fondo necesita que lo abracen y sostengan los pedacitos rotos de su corazón, esa persona voy a ser yo.

El móvil suena y veo que es el del canario menor, en cuanto contesta no reconozco su nombre, hasta que me acuerdo que hay un chico en su equipo que se llama así y son mejores amigos.

- Ferrán...- el canario mayor le mira de reojo- está fatal, ha vuelto a recaer- pongo mi mano en su hombro, para reconfortar y me mira por el retrovisor con una sonrisa triste, agradeciendo que esté ahí y pone su mano encima de la mía- vale, te veo ahí- cuelga pero en ningún momento nuestras manos se han separado.

- ¿Qué quería?- pregunta Fer a su hermano, el menor simplemente se encoge de hombros.

- Va a venir, quiere estar a mi lado- asiente con la cabeza y concentra su mirada en la carretera.

El chico de la cena: un amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora