Mi soldado [Minsung/Hanknow]

El Campo de los Lobos

En medio de la misión, bajo la lluvia incesante que caía como un manto gris sobre el suelo embarrado, ambos grupos se encontraron en el campo neutral, una extensión desolada conocida como "El Campo de los Lobos". Era un nombre acertado; allí, las reglas de la guerra eran ambiguas, y la tensión entre los soldados podía sentirse en el aire.

El oficial a cargo del grupo de Minho, un hombre severo llamado Kang, alzó la voz para iniciar las negociaciones. Frente a él, el comandante del Norte, un hombre de rostro endurecido por el tiempo, dio un paso adelante.

Minho mantenía la vista al frente, pero su corazón latía desbocado. Sabía que Jisung estaba allí, al otro lado del campo, aunque no podía permitirse mirar. Sabía que cualquier contacto visual sería peligroso, tanto para él como para Jisung. Sin embargo, una voz se alzó desde el lado norte, una voz que Minho reconocería en cualquier lugar.

—Queremos asegurar el bienestar de nuestros prisioneros —dijo Jisung, su tono formal, pero con una firmeza que Minho admiraba.

El oficial Kang levantó una ceja.

—¿Y cómo sabemos que no utilizarán esta tregua para atacar? —respondió con desdén.

Minho sintió la tensión crecer en su pecho. Cada palabra intercambiada era una chispa en un barril de pólvora. Decidió intervenir antes de que la situación se tornara peligrosa.

—Ambos bandos han perdido lo suficiente como para entender que necesitamos esto —dijo Minho, su voz calmada pero firme—. Un gesto de buena fe podría ser el primer paso hacia algo mejor.

Kang lo miró con recelo, pero no dijo nada. Sabía que Minho tenía razón, y aunque no confiaba en el enemigo, también estaba cansado de ver morir a sus hombres. Finalmente, tras unos momentos de deliberación, ambos bandos acordaron un intercambio justo.

Cuando el acuerdo fue sellado, Minho aprovechó la oportunidad para acercarse a Jisung bajo la excusa de escoltar a los prisioneros. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, murmuró:

—Nos vemos esta noche.

Jisung asintió apenas, su rostro impasible, pero Minho pudo ver el brillo de alivio en sus ojos.