La Trampa

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Días después, las órdenes llegaron. La unidad de Jisung debía trasladarse al sur para reforzar las líneas defensivas. Jisung sintió una chispa de esperanza. Si se dirigían al sur, podría haber una posibilidad de encontrar a Minho, de saber si seguía con vida.

El viaje fue largo y agotador. A medida que se acercaban al nuevo frente, los signos de la devastación eran cada vez más evidentes: aldeas quemadas, campos de batalla desolados, y cuerpos que yacían olvidados en la tierra fría.

Finalmente, llegaron a su destino. Jisung buscó desesperadamente entre los rostros de los soldados, pero Minho no estaba entre ellos. Preguntó a los oficiales, pero nadie parecía saber nada. Su corazón se hundió más con cada respuesta vacía.

Una noche, mientras patrullaba el campamento, escuchó una conversación entre dos soldados surcoreanos.

—Dicen que capturaron a un grupo de nuestros hombres al oeste del río —murmuró uno de ellos.

—Sí, algunos fueron ejecutados, pero otros fueron llevados como prisioneros —respondió el otro—. Escuché que uno de ellos es un teniente. ¿Cómo se llamaba? ¿Lee? ¿Minho?

El mundo de Jisung se detuvo. Minho, prisionero. Su corazón se aceleró. Sabía que debía hacer algo, que no podía quedarse de brazos cruzados.

Esa noche, Jisung se coló fuera del campamento, dirigiéndose hacia el oeste, hacia donde se rumoreaba que estaban los prisioneros. Sabía que era una locura, que estaba arriesgando su vida, pero no podía pensar en nada más que en salvar a Minho.

Mi soldado [Minsung/Hanknow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora