La Luz en la Oscuridad

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Las semanas pasaron en una espiral de incertidumbre y miedo. La guerra se intensificaba, y ambos bandos sufrían pérdidas devastadoras. Sin embargo, cada noche, Minho y Jisung se encontraban en el mismo claro del bosque, en ese espacio secreto que habían hecho suyo. Allí, compartían sus temores, sueños, y sobre todo, su amor. Pero la tensión en el aire era palpable, como si la propia naturaleza presintiera que algo inevitable estaba a punto de suceder.

Una noche, Minho llegó al claro del bosque con una expresión más sombría de lo habitual. Jisung, al verlo, sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—¿Qué sucede? —preguntó Jisung, tratando de mantener la calma.

Minho se acercó lentamente, su rostro bañado por la luz de la luna que se filtraba a través de las ramas de los árboles.

—Nos van a trasladar —dijo finalmente, su voz baja—. Me asignaron a una misión al sur, lejos del frente donde estamos ahora.

Jisung sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies.

—¿Cuándo? —preguntó con un nudo en la garganta.

—Mañana al amanecer —respondió Minho, tomando las manos de Jisung entre las suyas—. Esta podría ser nuestra última noche juntos, Jisung.

El silencio se apoderó del claro por un momento, solo interrumpido por el sonido distante de la guerra. Jisung respiró hondo, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con brotar de sus ojos.

—No quiero perderte, Minho —susurró Jisung, su voz quebrándose—. No quiero que te vayas.

Minho lo abrazó con fuerza, como si intentara memorizar cada parte de su ser, cada latido de su corazón.

—Yo tampoco quiero irme —respondió Minho, su voz apenas tenía un susurro—. Pero si hay algo que esta guerra me ha enseñado, es que no podemos controlar nuestro destino. Solo podemos aprovechar cada momento que tenemos.

Jisung asintió lentamente, apoyando su frente contra la de Minho.

—Entonces hagamos que esta noche cuente —dijo, con una sonrisa triste.

Y así lo hicieron. Bajo la luz de la luna, se amaron como nunca antes, con la desesperación de quienes saben que el tiempo es un lujo que no pueden permitirse. Cada caricia, cada beso, era una promesa silenciosa de que, sin importar lo que sucediera, siempre llevarían el recuerdo de esa noche en sus corazones.

Al amanecer, Minho se despidió de Jisung con un último beso, sabiendo que quizás nunca volvería a verlo. Jisung lo observó desaparecer entre los árboles, su silueta fundiéndose con las sombras, y sintió un vacío indescriptible en su interior.

Mi soldado [Minsung/Hanknow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora