La broma

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Alondra:
Después de planear la broma, nos reunimos en mi casa para escribir la carta. Con mis amigas, nos reímos mientras escogíamos las palabras más románticas y dulces, asegurándonos de que pareciera auténtica. La idea de que Rai creyera que Jorge, el chico más popular, estaba enamorado de ella nos hacía reír aún más. Para nosotras, era solo un juego, una manera de divertirnos a costa de alguien que nunca participaba en nada.

Al día siguiente, en la escuela, esperamos el momento perfecto. Durante el receso, me adelanté al salón con la carta en mano, sintiendo una mezcla de emoción y adrenalina. La dejé cuidadosamente en el escritorio de Rai, justo donde sabía que la vería al regresar. Luego, mis amigas y yo nos escondimos cerca, ansiosas por ver cómo se desarrollaría todo.

Cuando Rai entró en el salón, la vimos dirigirse a su asiento como siempre, con esa expresión tranquila y reservada. Pero en cuanto vio la carta, algo cambió en su rostro. Al principio, parecía confundida, como si no pudiera creer que eso era para ella. Luego, con cuidado, la tomó y empezó a leerla. Lo que más me impactó fue cómo, poco a poco, una sonrisa comenzó a dibujarse en su rostro. Parecía que algo en su interior se encendía, como si por primera vez alguien la hubiera notado, como si esa carta le diera un poco de esperanza.

Nosotras, escondidas, apenas podíamos contener la risa. La veíamos tan ilusionada, tan ajena a lo que realmente estaba pasando, y eso hacía que todo nos pareciera aún más divertido. Pero entonces, cuando finalmente no pudimos aguantar más, salimos de nuestro escondite y empezamos a reírnos, señalándola, burlándonos de cómo había caído en nuestra trampa.

"¿En serio pensaste que era real?" le dije, entre risas. Mis amigas se unieron, riéndose aún más fuerte. Rai, en un principio, solo nos miró, como si no pudiera comprender lo que estaba pasando. Luego, la sonrisa desapareció de su rostro, y lo que quedó fue una mezcla de vergüenza y dolor.

En ese momento, algo en mi interior me dijo que habíamos ido demasiado lejos, pero ya era tarde. La broma estaba hecha, y no había vuelta atrás. Rai no dijo nada, solo bajó la cabeza, apretando la carta en sus manos, y se quedó en silencio. Nosotras, todavía riendo, no nos dimos cuenta del impacto que realmente habíamos causado. Para nosotras, era solo otra broma, algo para recordar y comentar después. Pero para Rai, fue el momento en que todo cambió, y yo... no lo supe hasta muchos años después.

𝐋𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐝𝐞 𝐑𝐚𝐢 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora