Casi divorciados

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Al colgar el teléfono, me senté un momento en silencio, disfrutando la calma antes de que todo estallara. Mi madre siempre había sido mi mayor aliada, y aunque no lo decía explícitamente, sabía que estaba orgullosa de cómo estaba llevando todo. Había algo oscuro en nuestra conexión, pero siempre había funcionado. Ella entendía mi sed de justicia, o de venganza, como algunos lo llamarían.

Ahora que había decidido el próximo paso, el plan ya estaba en marcha en mi mente, más claro que nunca. Alondra no tenía idea de lo que se avecinaba. Estaba tan cómoda en su vida, creyendo que todo estaba bajo control, que ni se daba cuenta del desastre que se estaba gestando a su alrededor. El primer mes había sido para sembrar la desconfianza entre los influencers, erosionar la estabilidad en la empresa. Ahora, le tocaba a su vida personal. Quería que sintiera el mismo vacío y dolor que yo había sentido hace tantos años.

Abrí mi laptop y empecé a revisar los archivos que había recopilado en las últimas semanas. Sabía que Alondra había tenido ciertos deslices, que no siempre había sido fiel a su marido, al menos no emocionalmente. Tenía correos electrónicos antiguos, mensajes de redes sociales, fotos. Nada escandaloso a primera vista, pero con el contexto adecuado, podía pintar una imagen completamente diferente. No se trataba solo de presentarle estos datos a su esposo; se trataba de insinuar la posibilidad, sembrar la duda y dejar que él hiciera el resto.

Con un solo clic, comencé a organizar todo. Imágenes, conversaciones con otras mujeres, y capturas de pantalla que había encontrado. Era cuestión de presentarlo de forma sutil, sin ser obvia. El esposo de Alondra no era tonto, y si lo manejaba bien, él mismo empezaría a hacer preguntas.

Luego estaba el tema de mí. El punto crucial del plan. Alondra estaba atraída por mí, lo sabía. Las miradas que me lanzaba, las sonrisas que me dedicaba cuando pensaba que no me daba cuenta. Había algo más, algo que ella misma aún no había aceptado, o quizás intentaba ocultar. Quería que su marido supiera de eso, que sintiera que su esposa le estaba ocultando algo más profundo, algo que ni siquiera él podría controlar.

Puse en marcha un programa para enviar los mensajes de manera anónima, algo que llegaría a él por un camino indirecto. Tenía que parecer una casualidad, como si lo hubiera encontrado sin querer. Todo estaba listo. Ahora solo tenía que esperar el momento adecuado.

Me levanté, cerrando la laptop. El aire de la noche entraba por la ventana, fresco y suave. Me acerqué a la ventana y miré hacia el horizonte, las luces de la ciudad titilaban a lo lejos. Alondra aún no había sentido nada, aún estaba en esa zona de comodidad donde creía tener el control. Pero dentro de poco, todo cambiaría. Las grietas en su matrimonio serían la primera señal. El resentimiento, la desconfianza, y luego, la inevitable caída.

Este era mi momento.

Las semanas siguientes se desarrollaron tal como lo había planeado. La vida de Alondra, poco a poco, comenzaba a desmoronarse sin que ella siquiera lo supiera. Me aseguré de mantenerme cerca, fingiendo ser la mano derecha ideal, la persona de confianza en quien ella podía apoyarse. La ironía de todo eso me hacía sonreír en silencio cada vez que la veía pasar por mi oficina, segura de que todo seguía en orden.

Una tarde, recibí una notificación en mi teléfono. El mensaje había sido entregado al esposo de Alondra. Sabía que había llegado porque, unas horas después, escuché su nombre en la conversación de un par de empleados mientras pasaban cerca de mi oficina. Se rumoreaba que él había estado actuando de manera extraña, distante. Los empleados no sabían nada con certeza, pero el cambio en su comportamiento había comenzado a ser notorio. Alondra, por otro lado, estaba absorta en el caos que había comenzado a surgir en Twitch. Con los influencers molestos y las finanzas desmoronándose lentamente, su atención estaba dividida.

Esa misma tarde, decidí pasar por la oficina de Alondra. Toqué la puerta y entré con una sonrisa, fingiendo que estaba preocupada por la situación con los influencers.

—Alondra, ¿cómo va todo? —pregunté con mi tono más amable.

Ella estaba sentada detrás de su escritorio, el ceño ligeramente fruncido, claramente estresada.

—No muy bien, Laura. Alejandro está exigiendo más apoyo, Rayanelis y Aleandra están quejándose de que no tienen suficiente visibilidad, y las cifras no están mejorando —dijo, pasando una mano por su cabello con frustración—. Estoy haciendo todo lo posible, pero parece que nada es suficiente.

Me senté frente a ella, fingiendo comprensión total.

—Sabes que estoy aquí para ayudarte con lo que necesites. Tal vez podamos reorganizar el enfoque con los influencers, replantear algunos contratos. Estoy segura de que podemos encontrar una solución.

Alondra suspiró y me dio una sonrisa agradecida, aunque cansada.

—Gracias, Laura. Aprecio mucho todo lo que haces.

Me levanté, aprovechando la oportunidad para acercarme un poco más. Me incliné ligeramente, apoyando una mano en su escritorio.

—Siempre estaré aquí para lo que necesites. —La miré directamente a los ojos, y por un breve momento vi esa chispa de incertidumbre, de atracción, que había notado antes.

Salí de la oficina sabiendo que todo estaba avanzando exactamente como quería. Ahora que su esposo estaba empezando a dudar de ella, esa chispa se convertiría en una llama que consumiría todo. Era solo cuestión de tiempo antes de que él confrontara a Alondra, de que la verdad saliera a la superficie y ella quedara atrapada entre su vida personal y su carrera desmoronándose.

Mientras caminaba de regreso a mi oficina, no podía dejar de pensar en cómo sería cuando todo finalmente se viniera abajo. El siguiente paso sería decisivo. La relación entre Alondra y su esposo estaba en un punto crítico, y si lograba empujarla lo suficiente, todo su mundo perfecto se derrumbaría.

Me senté en mi escritorio, encendí la computadora y comencé a planear mi siguiente movimiento.

𝐋𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐝𝐞 𝐑𝐚𝐢 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora