Rai:
Después de que las fotos se publicaron, todo explotó de una manera que no podía haber imaginado. Alondra y yo estábamos en boca de todos. Cada revista, cada programa de chismes, y por supuesto, las redes sociales. Mi teléfono no paraba de sonar con notificaciones, y aunque una parte de mí quería ignorarlo todo, no podía evitarlo. La realidad estaba justo frente a mí: la imagen de Alondra y yo, separadas por el dolor y la traición, se había convertido en un espectáculo público.
Pasaron días, y la distancia entre nosotras se hacía más palpable con cada noticia, con cada rumor que se difundía. Sentía que estaba perdiendo el control de todo. Lo que había comenzado como una venganza se había transformado en algo más profundo, en un amor que nunca había planeado. Y ahora, ese amor se había convertido en mi mayor castigo.
Intenté concentrarme en mi trabajo, en seguir adelante, pero cada pequeño detalle me recordaba a ella. Las veces que la veía en entrevistas o fotos recientes, se veía fuerte, pero yo conocía esa mirada. Sabía que detrás de esa fachada estaba tan rota como yo. Y eso solo hacía que mi pecho doliera más. La culpa me consumía.
Con el paso de los días, mi mente no dejaba de buscar maneras de arreglar las cosas. Quería hablar con ella, explicarle todo una vez más. Sabía que era un riesgo, sabía que probablemente me rechazaría de nuevo, pero no podía seguir adelante sin intentarlo. No podía dejar las cosas así. Había perdido demasiado, y si no hacía algo pronto, ese vacío se volvería permanente.
Una tarde, decidí llamarla. Me tomó horas reunir el valor para marcar su número, pero al final lo hice. El teléfono sonó varias veces, y en cada timbrazo mi corazón latía más fuerte, con la esperanza de que contestara. Finalmente, escuché su voz al otro lado.
—¿Rai? —su voz sonaba distante, casi fría.
—Alondra... necesito verte —dije con un nudo en la garganta.
Hubo un silencio incómodo al otro lado de la línea. Pude sentir cómo estaba debatiendo consigo misma si debía aceptar mi petición.
—¿Para qué? —preguntó al fin, su tono aún cauteloso.
—Para explicarte... una última vez. Por favor —supliqué, sintiendo que era mi única oportunidad de arreglarlo.
Hubo otro silencio, pero finalmente, escuché su respuesta.
—Está bien. Nos vemos mañana. Pero no te prometo nada, Rai.
Colgué el teléfono, sintiendo una mezcla de alivio y temor. Era mi última oportunidad, y no sabía si sería suficiente para ganarme su perdón. Pero al menos, tendría la oportunidad de intentarlo.
Alondra:
Al día siguiente, cuando Rai me llamó para pedirme que nos viéramos, supe que el momento había llegado. Ya no podía seguir evitando esta conversación. Había intentado mantenerme fuerte, enfocada en mi trabajo y en mi vida, pero no importaba cuánto lo intentara, Rai seguía en mi mente, en cada rincón de mis pensamientos. El amor y la traición se mezclaban de una manera tan confusa que me era difícil separar lo que sentía de lo que sabía que debía hacer.
Cuando llegó el momento de vernos, me sentía extraña, inquieta. Me dije a mí misma que lo haría por cerrar ese capítulo, para ponerle fin de una vez por todas, pero en el fondo sabía que no era solo eso. Parte de mí aún estaba conectada a ella, a lo que habíamos vivido, aunque todo estuviera cubierto por capas de mentiras y dolor.
Nos encontramos en un pequeño café, uno discreto, lejos del bullicio de la prensa. Cuando la vi entrar, sentí una oleada de emociones que no pude controlar. Se veía cansada, casi derrotada, pero aun así, algo en ella me atraía. Tomó asiento frente a mí, y durante unos segundos nos quedamos en silencio, simplemente mirándonos, intentando descifrar lo que el otro sentía.
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𝐋𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐝𝐞 𝐑𝐚𝐢
AdventureAlondra, a los 14 años, era la chica más popular de su escuela, siempre rodeada de amigos y risas. Un día, decidió gastar una broma a Rai, una chica tímida y reservada que apenas hablaba con los demás. Alondra escribió una carta falsa de amor, hacié...