Me voy

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Rai:

Desde el momento en que salí de la oficina de Alondra, sentí una euforia que no había experimentado en años. Todo iba tal y como lo había planeado. La vi hundirse, su rostro se desmoronó cuando le di la noticia. Estaba tan perdida, tan rota, que apenas pudo articular palabras coherentes. La mujer que una vez me había humillado frente a todos ahora estaba al borde de perderlo todo, y yo era quien la estaba llevando allí, paso a paso, lentamente.

Me encerré en mi oficina y me permití disfrutar del silencio. Había algo casi poético en lo que acababa de pasar. Alondra se había creído intocable, había hecho crecer su empresa desde cero y se había convertido en una figura pública influyente. Pero ahora, sin sus tres influencers principales, Twitch estaba condenada. Era una empresa que vivía del contenido, de los creadores, y sin ellos, no había forma de sostenerse. Los patrocinadores comenzarían a retirarse pronto, si es que no lo estaban haciendo ya. Y todo eso, gracias a mí.

Saqué mi teléfono y llamé a mi madre. Ella había sido mi apoyo constante durante todo este plan, la única persona que sabía la verdad detrás de mi identidad y de lo que estaba haciendo. Sabía que estaría esperando esta llamada.

—¿Y bien? —preguntó, sin molestarse en saludar.

—Se fueron —le dije, intentando que mi tono no sonara demasiado triunfante. Pero era difícil no dejar escapar algo de orgullo—. Los tres influencers. Alejandro, Rayanelis, Aleandra... todos han decidido dejar Twitch. Le acabo de dar la noticia a Alondra. Está devastada.

Hubo un momento de silencio en el otro lado de la línea. Sabía que mi madre estaba asimilando la magnitud de lo que acababa de decirle. Esto no solo era un golpe personal para Alondra, era un golpe mortal para su empresa.

—Bien hecho —dijo finalmente, su tono calmado pero lleno de satisfacción—. Sabía que llegarías hasta aquí. Y ahora, ¿cuál es el siguiente paso?

Me levanté de la silla y caminé hacia la ventana, mirando la ciudad desde las alturas. Todo se veía tan pequeño desde allí, como si pudiera controlar cada movimiento con solo desearlo.

—El siguiente paso es personal —le dije, mis palabras saliendo con frialdad—. Su esposo. Sabes que ya no vive con ella, pero él todavía no conoce toda la verdad. Voy a asegurarme de que lo sepa. Todo. No solo que ella lo engañó, sino que nunca fue realmente sincera sobre quién es. Que no es tan heterosexual como él cree.

Mi madre se quedó en silencio por un momento, pero no estaba sorprendida. Sabía que la venganza no sería completa hasta que Alondra perdiera todo lo que amaba, y su matrimonio era parte clave de eso. Para ella, las apariencias lo eran todo, y su relación pública siempre había sido un pilar de su imagen. Si lograba que su esposo la dejara completamente, sería el golpe final.

—¿Cómo lo harás? —preguntó mi madre, con ese tono calculador que siempre me hacía sentir que estábamos juntas en esto.

—Ya he plantado las semillas —respondí, sonriendo mientras miraba mi reflejo en el vidrio—. Él sospecha desde hace tiempo, pero le haré llegar lo que necesita para confirmar sus peores miedos. Mensajes, fotos... cualquier cosa que lo lleve a la verdad. Haré que todo parezca más real de lo que es, y para cuando se dé cuenta, no habrá vuelta atrás.

—Perfecto. —Su aprobación me llenaba de una satisfacción profunda—. Cuando todo esté destruido, ella será irreconocible. No quedará nada de la Alondra que una vez fue.

Colgué el teléfono, sintiendo una oleada de poder recorrerme. Sabía que lo más difícil estaba hecho, pero lo más satisfactorio aún estaba por venir. Alondra ya estaba herida, pero ahora iba a hacer que el dolor fuera insoportable. Iba a llevarla a su punto de quiebre.

𝐋𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐝𝐞 𝐑𝐚𝐢 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora