Mew
Diecisiete años
Lancé un puñetazo fuerte en el estómago de Maximus. Gruñó y trató de conectar un golpe a su vez, pero bloqueé su gancho lateral. Habíamos estado entrenando juntos durante años y nos conocíamos bien. Maximus era uno de los pocos chicos que eran casi de mi estatura. En realidad, pelear con él a veces resultaba ser un desafío, lo cual era agradable.
—Se acabó el entrenamiento —gritó papá al entrar al gimnasio de la Famiglia. Maximus y yo nos detuvimos e intercambiamos una mirada confusa. Papá sonaba muy enojado.
Maximus arqueó una ceja oscura a medida que agarraba la toalla que cubría su esquina.
—¿Qué hiciste? —A veces nos habían confundido con hermanos porque ambos teníamos el cabello negro, pero mientras mis ojos eran grises como los de mi padre, Maximus había heredado los ojos ámbar del suyo. Era un año mayor que él, y habíamos sido los mejores amigos durante una década. En el pasado, Primo, el hermano menor de Maximus, se había unido a nosotros la mayor parte del tiempo, pero ahora tenía su propio grupo de amigos.
Me encogí de hombros. La lista de posibles errores era demasiado larga para elegir uno. Growl, su padre, se levantó del banco de pesas, saludó con la cabeza a mi padre y le indicó a Maximus que se acercara a él. Maximus salió del ring de boxeo y corrió hacia su padre mientras yo me acercaba al mío.
—Tenemos que hablar —dijo papá, con expresión tensa. ¿Ahora qué había hecho?
Lo seguí hasta el vestuario. El tío Matteo ya estaba allí, lo que significaba que se trataba de un asunto de la Famiglia y no de un simple lío familiar, y cuando no me saludó con su guiño y sonrisa habituales, supe que estaba condenado. Papá le indicó a uno de sus soldados que nos diera privacidad. El hombre no dudó.
Tomé una toalla limpia del estante contra la pared y me froté el pecho desnudo.
—Antonaci me llamó hoy.
El apellido de Cressida era Antonaci, y mi única conexión con él. Mantuve mi rostro neutral. No iba a admitir nada, en caso de que, después de todo, esto fuera otro asunto. Papá se cruzó de brazos a medida que se apoyaba en los casilleros. El ceño fruncido que me estaba dando habría enviado a muchos a un ataque de nervios. Matteo me dio una mirada que sugería que debería escribir mi último deseo antes de acercarse a un espejo pequeño para comprobar si su peinado estaba bien. Casi puse los ojos en blanco. Era vanidoso hasta cierto punto, pero Matteo siempre parecía salido de una edición de Vogue.
—Me habló de ti y de Cressida.
Mierda.
—No hay un Cressida y yo —dije de inmediato. Era la verdad. Cressida y yo no éramos nada. Lo que había pasado había terminado. Para empezar, casi no había sido nada digno de mención.
—Ah, ¿no? —preguntó con una voz mortal. Su lenguaje corporal sugería que tenía problemas para quedarse donde estaba—. Entonces, ¿no te acostaste con la chica?
No dije nada. Algunas de mis decisiones del pasado habían sido desafortunadas, impulsadas por una ira apenas contenida. Aún podía sentirla hervir a fuego lento bajo mi piel peligrosamente.
Levantó las cejas, no contento con mi respuesta.
—Un verdadero caballero nunca cuenta.
Estrelló su puño contra el casillero, su expresión ardiendo de rabia. Me tensé. El traqueteo del casillero probablemente podría escucharse calle abajo.
—Te juro que te sacaré a golpes cada maldita palabra si no abres la puta boca ahora.
—Tuvimos sexo, un par de veces. Fin de la historia.

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6 DESTINO RETORCIDO
FanfictionSERIE CRÓNICAS DE LA MAFIA LIBRO 6 🤍 Contenido 🔞 🤍 Escenas Explícitas Adaptación sin fines de lucro. Esta historio NO nos pertenece, todos los créditos para el autor de la misma. Agradecimientos a los traductores de la historia.