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Mew

Desperté con Gulf aún en mis brazos, nuestras piernas entrelazadas, su mejilla en mi pecho. Su respiración era uniforme y relajada. Los ronquidos suaves de Bear llenaban la habitación. Desenredé a Gulf de mí con mucho cuidado y me senté. No se movió, dormido demasiado profundamente. Lo de anoche debe haberlo dejado realmente. No pude evitar sonreír al recordar devorar a Gulf como un regalo precioso y darle múltiples orgasmos. Mi erección matutina estaba aún más dura que nunca. Agarrando mi arma de la mesita de noche, me deslicé fuera de la cama. Anoche también lo había notado, pero ahora en realidad miré los botones de emergencia por todos lados. Uno detrás de la mesita de noche. Uno junto a la puerta del baño. Tenía la sensación de que también habría una puerta a una sala de pánico en algún lugar de esta habitación. Caminé hacia el armario y lo abrí. Dentro encontré una puerta automática de acero en el suelo. Bien. Me había sorprendido cuando Gulf me invitó aquí. Pero nunca dudé de que incluso aquí fuera estaría protegido. La cerca y las dos puertas también habían sido de primera categoría en seguridad. Sin mencionar que la mansión Falcone estaba probablemente a solo cinco o diez minutos en helicóptero.

En el baño, dejé mi arma en el lavabo antes de meterme en la ducha. Ocupaba una pared entera, así que incluso yo tenía suficiente espacio para ducharme allí. Un sonido llamó mi atención y abrí la ducha para alcanzar mi arma cuando Gulf apareció en la puerta.

Cerré el agua y salí de la ducha. Gulf me entregó una toalla esponjosa antes de apoyarse en la puerta con una mirada de curiosidad en su rostro cuando comencé a secarme.

—Buenos días —dije ásperamente.

—Buenos días —susurró. Cuando mi cuerpo estuvo seco, me quedé donde estaba, dándole tiempo para averiguar cualquier cosa que necesitara averiguar. Se acercó a mí lentamente, escudriñándome de pies a cabeza una vez más, pero su mirada se detuvo en mi polla—. Nunca había visto a un hombre así.

Me tomó un momento saber a qué se refería y luego mi pene se llenó de más sangre de la que ya tenía bajo su escrutinio. Se detuvo justo delante de mí.

Me miró entre sus pestañas.

—¿Puedo tocarte?

Ahogué una risa. ¿De verdad tenía que preguntar? Estaba ardiendo por ser tocado por él. Todas mis fantasías habían girado en torno a eso y a adorar cada centímetro de su cuerpo maravilloso.

—Puedes hacer lo que quieras —dije bruscamente.

—Quiero tocarte.

Asentí porque no había nada que quisiera más.

Presionó las palmas de sus manos contra mi pecho y luego las movió lentamente hacia abajo, trazando un mapa de mis abdominales antes de detenerse y su mirada se precipitó hacia mi pecho. Movió sus palmas hacia arriba una vez más y rozó mis pezones con la punta de sus dedos.

Mierda. Mi polla se llenó de más sangre, mientras una ola de deseo recorría mi cuerpo.

—Siempre me he preguntado si a todas las personas les gusta que les toquen los pezones. Si es un lugar sensual para todos.

—Nunca pensé que lo fuera para mí —dije con voz áspera a medida que Gulf seguía acariciando mi pecho.

—Supongo que la mayoría de los hombres se enfocan en su pene. No puedo hablar por todas los hombres pero mis pezones son una zona muy sensual. Lo siento en todas partes si me tocas allí.

Me ocuparía aún más de sus protuberancias adorables más tarde.

Se mordió el labio.

—Hablo demasiado cuando estoy nervioso.

6 DESTINO RETORCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora