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Mew

Temía las felicitaciones por una sola razón. Cuando Fabiano y su familia se adelantaron para felicitarme, supe que ya era hora. Fabiano me estrechó la mano con una sonrisa apenas visible. Nuestra relación nunca había sido demasiado estrecha. Ahora estaba envenenada.

Supuse que Alex y yo casi matándonos habíamos agriado aún más la situación. Incluso Aurora, que por lo general era la más amable y alegre de todas, pareció como si le costara sonreír, especialmente cuando estrechó la mano de Cressida. No estaba seguro de qué tan cercanos eran Aurora y Gulf, tenían tres años de diferencia, pero Fabiano prácticamente vivía bajo el mismo techo con el clan Falcone.

Tragué pesado cuando Remo y su esposo dieron un paso adelante. Remo agarró mi mano con fuerza, sus ojos fulgurando con advertencia. Se inclinó hacia adelante.

—Hoy hiciste la elección correcta, una que salvará a muchos.

Mi sonrisa de respuesta estuvo lejos de ser agradable.

—Por ahora.

Valentino le clavó las uñas en el brazo y lo apartó, pero permanecieron cerca. Los ojos de Remo no ocultaron su odio hacia mí. Nunca nos habíamos gustado, pero desde Gulf, la animosidad sencilla se había convertido en odio puro. Clavar mi cuchillo en el estómago de su hijo fue uno de los mejores momentos de mi vida, solo que cada momento que pasé con Gulf lo vencía, lo cual era irónico.

Luego, cada gramo de odio acumulado dentro de mí se evaporó cuando Gulf salió detrás de su padre. No esperaba que estuviera aquí, había deseado que no apareciera, pero al más puro estilo Falcone, se enfrentaba a las complicaciones de frente.

Su cabello oscuro estaba alborotado con algunos mechones enmarcando su hermoso rostro de duende. Llevaba un sencillo traje de seda en un tono gris tenue. Parecía la belleza más frágil del mundo, como una flor demasiado hermoso y delicado para ser tocado por manos humanas.

Gulf se encontró con mi mirada, sus labios formando una sonrisa que dolió más que el cuchillo de Alex en mi costado.

—Mew, felicitaciones. —Se volvió hacia Cressida—. Felicitaciones, Cressida.

Cressida examinó a Gulf de pies a cabeza. Y solo el parpadeo breve de desaprobación en su expresión me hizo querer gruñirle.

—Gracias. Cuando cumplas la mayoría de edad en unos años, estoy segura de que también tendrás una boda agradable —dijo Cressida.

Gulf solo sonrió ante la pulla. Cressida sabía jodidamente bien que Gulf era mayor de edad. Tuvo que aprenderse los nombres y las edades de los jugadores más importantes de nuestro mundo antes de casarse, y Gulf era uno de los más importantes, incluso si no actuaba como tal.

—Gulf no necesita casarse para ser un rey. Solo por existir, brilla más que la mayoría —dijo Remo con voz áspera.

Cressida clavó sus uñas en mi palma, obviamente queriendo que dijera algo, pero Remo solo había expresado lo que yo pensaba.

—Es una lástima que no todos ustedes podrán hacerlo —dije arrastrando las palabras, sin molestarme en ocultar mi falta de sinceridad.

Savio y su esposo, Massimo, Alex y Alessio, y los niños más pequeños se habían quedado en Las Vegas. Tenía la esperanza desesperada de que Gulf también se hubiera quedado allí, incluso si verlo ahora era lo más destacado de este día oscuro.

Remo se dio la vuelta con una última sonrisa áspera, y se llevó a su esposo e hijo. Me concentré en Adamo y su esposo Dinaro. No vi a Nino y Killian por ninguna parte, aunque habían estado en la iglesia. Tal vez Nino pensó que necesitaba evitar que su hermano hiciera algo estúpido.

6 DESTINO RETORCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora