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Gulf

Después de mi primera visita a Nueva York como prometido de Mew, mi ansiedad por vivir allí había disminuido considerablemente. Aria en particular fue tan cálida y considerada que, me trató como a uno de sus hijos. Sin mencionar que la reunión con mi tío y su familia había sido mucho mejor de lo que jamás hubiera creído posible.

Papá no había mencionado la reunión aunque sabía que había estado en la casa Trevisan. Como ya tenía suficiente con mi matrimonio con Mew y mi mudanza a Nueva York, no lo presioné. Tenía la esperanza de que algún día él entraría en razón y permitiría que el pasado descansara. No era fácil, era algo en lo que yo también tenía que trabajar todos los días.

Cada vez que miraba en el espejo las dos cicatrices desvaneciéndose en la parte inferior de mi vientre, los recuerdos del ataque volvían y con ellos la comprensión de las consecuencias. Mew aún no había visto esta cicatriz en mi cuerpo, ya que no habíamos tenido intimidad desde el ataque hace tres meses. Había pasado demasiado y mi cuerpo necesitaba tiempo para sanar. Algunos días aún no se sentía como mi cuerpo.

Siempre había sido capaz de moverme como quisiera, de doblar mi cuerpo a mi voluntad. Ahora tenía que ser paciente, dar un paso pequeño tras otro hacia la curación. Aún no había intentado hacer danza. Todo mi enfoque había estado en lograr caminar sin cojear. Con solo cuatro semanas para la boda, finalmente logré mi objetivo. Mi modo de andar todavía me resultaba extraño, y si mirabas muy de cerca y me conocías muy bien, notabas que no era tan fluido como antes del ataque, pero para la mirada pasajera no era visible. Aún estaba haciendo fisioterapia todos los días para fortalecer mi pierna y el resto de mi cuerpo para recuperar esta última pizca de movilidad y fuerza.

***

Papi y Aria arreglaron mi cabello y mi traje. Les tomó varios intentos crear un peinado con mi cabello tan corto con el que me sintiera feliz. Pero al final, Papi se las arregló y me gustó. Solo un mechón grueso caía por el lado izquierdo de mi cara.

Mi traje era una pieza minimalista de y un toque bohemio. Nada estravagante.

Papi aplaudió cuando terminó de arreglarme la corbata y luego me miró con una sonrisa emocionada.

—Me encanta que hayas elegido zapatos de danza. — No eran zapatos de danza reales, pero estos los imitaban. No quería sobrecargar mi rodilla y quería llevar algo que me identificara el día de mi boda.

—Debería haber usado zapatos planos el día de mi boda —dijo Aria con una sonrisa—. Me habría ahorrado las ampollas. Aunque el dolor de mis pies fue la menor de mis preocupaciones ese día.

Papi se rio e intercambió una mirada de complicidad con Aria.

—Recuerdo lo nervioso que estaba por la perspectiva del matrimonio cuando me prometieron. Pero mi boda con Remo fue muy relajada y tranquila.

—En realidad, desearía poder haber disfrutado el día de mi boda como tú disfrutarás hoy —me dijo Aria. Tomó mi hombro suavemente—. Mew es un hombre bueno. Sé que hará todo lo posible para hacerte feliz.

—Este no es el comienzo de una charla sobre sexo, ¿verdad? —Miré entre Papi y Aria—. Mew y yo ya hemos tenido intimidad, esta noche solo es el paso final que aún no hemos dado.

Aria se sonrojó de un rojo brillante y se rio.

—Ah, Mew me advirtió de tu franqueza. —La sonrisa de Papi también fue un poco tensa—. No hablaremos, lo prometemos. Estoy seguro de que Mew y tú lo resolverán sin nuestros consejos innecesarios.

Asentí y dejé escapar un suspiro largo mientras me miraba en el espejo una vez más. Aria se fue con una despedida silenciosa.

Fruncí mis labios en confusión.

6 DESTINO RETORCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora