24

49 6 0
                                    

Gulf

Curvé mis dedos alrededor de la base de la erección de Mew o tan lejos como fuera posible. Era muy largo y grueso, haciéndome preguntarme cómo encajaría dentro de mí. Sus dedos también eran largos y gruesos para ser dedos, lo cual no era una sorpresa considerando su estatura, pero su erección estaba en otro nivel. Sabía que encajaría de alguna manera. Estaba destinado a encajar físicamente, al menos en general.

Mis pensamientos se calmaron ante el primer gemido bajo de los labios de Mew. Me encantaba el sonido. Acaricié de arriba abajo su longitud sedosa, rozando mi pulgar sobre la punta. Me encantaba explorarlo. Pronto Mew comenzó a bombear sus caderas y su mano se cerró sobre la mía, aumentando la presión. Lo miré a los ojos, y respiré profundamente ante la mirada de lujuria y posesividad en su rostro. Ambos se apoderaron de mí y se hundieron en mi corazón.

Cuando Mew se corrió con un estremecimiento y un gemido, y me besó con dureza, no pude evitar sonreír felizmente contra sus labios. Mew rio entre dientes. Levanté la vista, mis dientes hundiéndose en mi labio inferior. Besó la punta de mi nariz, sorprendiéndome, y dio un paso atrás.

—Vamos a limpiarnos. Estoy hambriento.

—¿Otra vez? —pregunté.

Se rio, una risa real y profunda que me llenó las entrañas de mariposas. Aunque siempre había encontrado el término muy inquietante. La idea de que cualquier tipo de animal habitara dentro de mí en realidad no evocaba imágenes agradables. Ojalá hubiera sabido quién había pensado que inventar una frase como esa era una buena idea.

—Esta vez me refiero a comida.

—Ah —dije, casi un poco decepcionado.

Mew negó con la cabeza, empujó entre mis piernas una vez más y me besó con fuerza.

—No te preocupes. Te comeré justo después de los sándwiches.

***

Después de limpiar la prueba de nuestras actividades, Mew y yo regresamos a la cocina. Bear me miró casi con reproche. Como si lo estuviera traicionando al dejar entrar a un extraño.

Dotty estaba acurrucada contra él. Ya casi nunca se apartaba de su lado.

Alcancé mi camisa a cuadros pero Mew me tendió su camisa de vestir blanca.

—Tómala. —Me ayudó a ponérmela—. Me gusta verte con mi camisa. Aún recuerdo el sótano.

—Yo también —dije a medida que cerraba un botón sobre mi pecho, pero no el resto. Luego agarré el plato con los sándwiches y la ensaladera, y los puse sobre la mesa—. Los cubiertos y los platos están allí. —Señalé el armario junto a Mew.

Lo miró sorprendido, como si nunca en su vida hubiera puesto una mesa, lo cual probablemente era la verdad. Aun así, se inclinó y tomó dos platos y tenedores antes de caminar hacia mí y sentarse en el banco. Tomé un lugar a su lado de modo que nuestras piernas se tocaban. Mew no se había molestado en ponerse nada más que calzoncillos y disfruté viéndolo medio desnudo.

Agarró un sándwich y mordió más de la mitad, antes de terminar el resto con otro bocado. Parpadeé. Había preparado cuatro sándwiches, ahora me preguntaba si eso sería suficiente.

—Es hummus y chutney de tomate asado —le expliqué.

Mew asintió apreciativamente y terminó un segundo sándwich. Me miró.

—¿No vas a comer algo?

—Puedes comer primero. Comí antes de que vinieras.

Sacudió la cabeza con el ceño fruncido y me tendió un sándwich. En lugar de quitárselo, mordí un trozo y sonreí. Luego llené mi plato con ensalada, y observé a Mew devorar los sándwiches restantes.

6 DESTINO RETORCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora