Despues de poco más de un par de meses, Yoko tiene una rutina hecha. Despierta con su esposa abrazandola, Faye tiene esa especial manía de pegarse a ella no importa el momento, siempre que están juntas busca la forma de tener ese contacto. Desayuna con ella, casi siempre Faye solamente toma un café pero Yoko ha conseguido que coma galletas tambien, solo que no porque Faye lo quisiera sino porque se las da en la boca y su esposa no tiene el corazón para rechazarla.
Es llevada a la universidad por un guardia, por más que Faye de verdad quisiera acompañarla allí tambien, la mujer está teniendo mucho trabajo por hacer. Yoko ha preguntado si existe la posibilidad de ayudarla en algo, mas Faye le asegura que todo está controlado y que debería enfocarse en sus estudios.
Oh, sí, Yoko ya no trabaja para Marissa. Faye se encargó de eso. A Yoko le molestó un poco y discutieron, Faye se disculpó mucho asegurando que podía buscar otras actividades para hacer y Yoko terminó por aceptar. Ahora además de estudiar, Yoko toma clases de baile. Aún le da verguenza mostrarle lo aprendido a su esposa mas le prometió que lo hará cuando esté lista.
En la universidad es obvio que llama un poco la atención los lujos que Yoko trae. No solo de la camioneta en la que va manejada por Sak (él es un buen tipo y se ha encargado de hacerla sentir segura) sino tambien por su forma de vestir. Su estilo no ha cambiado, lo diferente es que se nota que todo lo que usa es caro, que sus joyas son importantes y en general ella se ve más radiante. Yoko acepta que su matrimonio es de lo mejor que le ha pasado.
Cuando regresa a casa, Yoko estudia y se pasa horas más en la biblioteca de allí, la cual ahora tiene todos e incluso más libros de los que va a necesitar en su carrera. Faye no suele estar muy seguido por esas horas, así que Yoko se entretiene con sus tareas hasta que es hora de sus clases de baile. Es casi de noche cuando regresa a la mansion y Faye está esperandola con una sonrisa.
A Yoko le gusta Faye. Mucho. Despues de tantas risas, cuidados y abrazos, ella está segura de que quiere sentirlo todo a su lado. Quiere enamorarse de ella.
Pero primero lo primero. Faye no se ha atrevido a besarla aún. Bueno, le besa las mejillas, la frente y las manos. Pero Yoko quiere un beso de verdad.
Mentiría si dijera que no ha pensado en eso. Se ha imaginado muchas veces como se sentirían sus besos, sabe que los ha probado aquella noche, mas no recuerda eso. Yoko quiere un recuerdo de su primer beso con Faye así que va a crearlo.
Es domingo, los días en los que Faye se obliga a alejarse de sus negocios y darle total atencion a su esposa. Han pasado un día increible, comieron juntas, vieron una pelicula, rieron, se molestaron. Y Yoko todavía quiere algo más.
Están sentadas afuera de la mansion, es de noche y solamente están ellas dos entre luces y el sonido de las olas del agua a unos metros. Yoko ha sentido la tension todo el día pues algo le dice que Faye tambien quiere besarla.
Y lo estaba por hacer. Faye se acerca a ella y sus respiraciones se mezclan, mas Yoko comienza a reír y sale corriendo. Su esposa la mira con molestia y la persigue, ambas corriendo hacia la playa privada.
Yoko es alcanzada poco despues. Es obvio que Faye solamente está haciendola feliz corriendo más lento, ella tiene mejor estado fisico, mas cuando llega a ella la levanta del suelo y ríen divertidas.
—¿A donde crees que vas, eh?—molesta Faye dejandola en el piso y haciendo que la vea.
—Lejos de ti—responde entre jadeos.
—Jamás te vayas lejos de mí, Yoko—advierte poniendo sus manos en la cintura de su esposa—. Nunca, ni te atrevas a pensarlo, ¿oíste?
Yoko finge pensar mirando a otro lado. —¿Por qué?
Faye usa una de sus manos para que la vea moviendo su rostro. —Porque solo somos tú y yo en este mundo.
Y Yoko lo sabe, lo siente. En medio de besos, Yoko descubre que se está enamorando.
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