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—¡Cuando dijiste que sería sobre las vías!—comentó Taeyong entre jadeos, debido a la desesperación de ambos por desnudarse—. ¡No me imagine que sería REALMENTE sobre las vías!

Ten hizo caso omiso. Se besaban semidesnudos con gran intensidad, quitándose la ropa con demencia.

El doctor, que era quien tenía las riendas de la situación, lo empujó sin cuidado al suelo, para colocarse sobre él.

Taeyong soltó un quejido por el metal frío de las vías, que fue silenciado en cuanto Ten atacó su boca. Lo que parecía un beso en realidad era una caza salvaje, donde intercambiaban y compartían su codicia y sus reprimidas ganas por el otro.

Taeyong, que se quedaba atrás, bajo sus manos sin dejar de corresponderle el beso, hacia sus muslos, que no estaban totalmente al descubierto pero par a par sobre sus caderas. Subió su mano por ellos sin delicadeza, y los apretó con rudeza.

Ten se abalanzó más hacía él, suspirando en el beso, viendo aquella acción como iniciativa para algo más, entonces empezó a mover sus caderas, buscando fricción. Taeyong atrapó su labio inferior y lo estiró.

Ten sisió, y se separaron.

—¡Auch!—se quejó Ten.

Taeyong sonrió acostado. —No pensé que fuéramos suaves—corrigiendo mejor su postura y subiendo sus manos a las caderas del pálido, acariciando ladinamente la piel de su abdomen al descubierto.

Se observaban fijamente. —No tenemos condones—continuó.

—Estoy limpió—respondió Ten con seriedad.

—Yo igual.

Ambos rieron.

Ten no esperó más, así que llevó sus manos al cierre de su pantalón y se levantó un poco solo para quitarselos. El aire le rozó la piel e hizo que se erizara, pero rápidamente volvió a su posición porque sabía que iba a entrar en calor. Puso su mano en el pecho de Taeyong y se inclinó un poco.

Taeyong repitió la misma acción, dejando su miembro ya erecto al descubierto, Ten pasó saliva con dificultad al verlo, porque nunca había hecho tal cosa con otro hombre.

Taeyong lo miraba expectante.

Ten llevó su mano a su boca, mojando sus dedos con saliva, y desviando la mirada con vergüenza, las llevó hacia atrás.

Taeyong mientras, decidió ir por su cuello, cual mordió y chupeteo para quitarle ese blanco, Ten gimoteaba.

—Ya—afirmó Ten, sin tanto nerviosismo por su ya no tan ebriedad.

—¿YA?—se sorprendió Taeyong.

Ten nuevamente hizo caso omiso, alzándose sobre sus rodillas, tomando el miembro de Taeyong que se encontraba ya húmedo, lo ubicó en la posición adecuada y empezó a bajar. Costó al inicio, pero luego de un muy breve reposo, retomó el movimiento.

—¡Uhm!—jadeó Ten, por un dolor que se iba transformando en placer.

Taeyong estaba boquiabierto, sorprendido de si mismo al darse cuenta de lo apretada que estaban sus manos en las caderas de Ten, mientras subía y bajaba. Jamás pensó que hacerlo con un hombre se sentiría mejor que una mujer.

Ten estaba suspirando a cada rebote, hacían ya un vaivén con sus caderas. Y cuando Ten encontró el ritmo, ya no había dolor en su expresión.

Taeyong tiró su cabeza hacia atras, frunciendo el ceño del placer. Ten era como un animal salvaje sobre sus brazos, arañaba su pecho y dejaba salir gemidos cada vez más fuertes y roncos, que hacían música para sus oídos, gemidos que si hubieran provenido de una chica estaría probablemente molesto.

One Night Hookup / TaetenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora