One Night Hookup / Taeten

21.00

Puerto Rico no había sido el destino final, ellos habían terminado en hawai, en una linda playa. Encontraron una cabaña a muy bajo precio que si bien era la definición de rústico y viejo, era bastante cómoda y hasta hogareña.

Ya llevaban pocos días ahí, días en los que simplemente salían a beber algo y terminaban volviendo a la cabaña para hacerlo una y otra vez. Había anochecido, y Taeyong se había despertado en medio de la noche porque el viento de la playa era fresco y aquello que le daba calor por las noches no estaba a su lado.

Con solo una luz que provenía de una pequeña y vieja lámpara pudo darse cuenta de que Ten no estaba dentro de la cabaña, entonces, con sueño, se levantó a observar la playa, viendo inmediatamente a la única figura que estaba en la zona. Ten estaba sentado en la arena, observando el mar mientras abrazaba sus piernas, Taeyong solo podía ver su espalda.

Sonrió apoyado en la puerta, y salió a buscarlo.

—Llovió toda la noche—fué lo primero que dijo cuando tomó asiento al lado del doctor, quien también sonrío por la compañia.

—Todo huele fresco—respondió Ten, sin dejar de sonreír.

Taeyong lo observó preocupado y preguntó. —¿Volvió el dolor?

La expresión de Ten cambió a una seria, no porque le haya molestado la pregunta, si no porque a pesar de que él estaba ignorando su cáncer y viviendo su vida al maximo, no podía entender porqué el cáncer, en vez de actuar silenciosamente como lo hacía el, comenzaba a molestarlo, no era un trato justo.

—¿Aún tienes pastillas?—volvió a cuestionar Taeyong al no recibir respuesta.

—Muchas.

—Podría ir al pueblo—ofreció, Ten simplemente observaba el mar. —El mercado es como una tienda de narcóticos... Un sujeto me ofreció un galón de Propofol por 50 dólares—carcajeó recordandolo.

—Creo que voy a nadar—le respondió el pálido, comenzando a desnudarse.

—Los tiburones comen temprano.

—Eso lo hace divertido—se levantó, lanzando su ropa hacia Taeyong quién divertido la tomó, observando como Ten corría a grandes pasos hacia el mar, no pudo evitar sonreír.

—¡Vamos! ¡Ven aquí!—movió sus brazos desde el agua invitándolo a nadar junto a él, pero Taeyong solo era feliz con observarlo.