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El sol entraba fuertemente por la ventana, hubiera sido un lindo despertar para ambos, si no fuera porque en cuanto Ten abrió sus ojos pudo observar claramente a gran parte de su familia observandolo horrorizado por la situación.

—... ¡Taeyong!—se cubrió, porqué estaba desnudo, Taeyong se encontraba durmiendo en el suelo, sin ropas al igual que él, porque la noche anterior lo habían hecho hasta el cansancio. —¿Taeyong?—preguntó Ten en susurros, casi desesperado.

—Mmhm—respondió con sueño.

—Mi familia está aquí...

—De que hablas..

—En la habitación.

Fue entonces que Taeyong decidió abrir sus ojos, mirando con algo de miedo la puerta, y ahí estaban.

Taeyong les dedicó una sonrisa forzada, solo para aligerar el ambiente, sentándose, y olvidándose por completo que estaba desnudo. —Buenos días.

—Dios mío... —habló la misma chica arrogante que se encontraba ese día en el departamento de Ten, su hermana. Que a diferencia de su familia, se veía más enojada que horrorizada. Ellos no sabían que les perturbaba más, si el estilo de vida que el doctor estaba llevando, o el hecho de que había tenido sexo con un hombre, y vago como Taeyong. —Ten, tienes que acompañarnos al hospital, los doctores nos están esperando.

El rápidamente negó efusivo, sin dejar de cubrirse.

—Llamaremos a la policía, ustedes allanaron esta casa—acusó el doctor, Taeyong volteó a verlo.

—No allanamos—se defendió su hermana.

—¿Mamá? —preguntó inocentemente una niña asomándose por la habitación, la sobrina de Ten, quien abrió los ojos asustada por ver a un adulto en ropas menores.

Todos comenzaron a quejarse.

—L-lo lamento, la tienda de campaña jaja, lo siento—contestó incómodo Taeyong, levantandose. —Tengo mis pantalones por aquí jeje, si los ven.

Comenzó a buscarlos, cubriéndose inútilmente. Ten se levantó de la cama, para poder cubrirse mejor y hablar con su familia.

—La pipa de crack es muy mala... ¿Pero este tipo?—cuestionó Chita, indignada. —Si vences el cáncer Ten, y luego tienes sida-

—¡Por favor! ¿Como mierda nos encontraron, nos siguieron hasta aquí? —preguntó ya enojado Ten.

—¡De que hablas! Me despertó tu mensaje diciendo que te buscaramos, con la dirección.

El cuerpo de Taeyong se erizó, nervioso, mientras Ten negaba con la cabeza, no se lo podía creer.

—Incluso dijiste que dejarías la puerta abierta, ¿ves? —continuó su hermana.

—No, no no no, jamás envié eso.

Taeyong volteó a observarlo.

—¿Si? Pues alguien lo hizo.

—¿Qué?—respondió Ten suspirando, pero entonces vió la mirada de Taeyong, que transmitía clara culpa. Ambos intercambiaron miradas, Taeyong fingiendo inocencia, pero Ten, era una mirada indescifrable ¿Era enojo, decepción? —¿¡POR QUE MIERDA HARÍAS ESO!?

Taeyong se levantó arreglandose los pantalones como podía, sus manos temblaban.

—¿Que? ¡No, yo, yo, yo no-

—¡Dios mío!—exclamó Ten, sin creérselo.

—Pensé que tal vez si tuviéramos otro par de meses juntos, un año incluso- —intentó justificarse Taeyong, el mismo se interrumpía y cada palabra que salía de su boca hacia que la familia de Ten, incluso el mismo, lo miraran con ridiculez. —¿Puedes culparme? Tenemos una conexión...

—No estoy enamorado de ti, Taeyong.

Algo se apretó en el pecho del mencionado, que hizo que sintiera; quizás un poquito, su mirada aguarse.

—¿Podrían bajar? Esperenme abajo por favor, me vestiré y... —continuó Ten, cerrando lentamente la puerta. —Y esperenme, iré con ustedes—pasó una mano por su cabello frustrado, el hombre frente a él lo miraba sin palabras. —Lo lamento tanto, lo lamento papá...

Este hombre le dió una última mirada a Taeyong, una con mucho odio, y se retiró. Entonces Ten cerró la puerta cambiando su expresión totalmente, a una de indiferencia.

—Lamento que pasara eso... —habló con dificultad Taeyong, tratando de disimular el nudo en su garganta y moviendo sus manos con nervios. —Estaba drogado, no pensé con claridad.

—¿Hay una escalera trasera?—preguntó el doctor vistiéndose, sin dirigirle la mirada.

—¿No irás al hospital?

Este negó.

—¿A donde irás?—preguntó preocupado.

—¡Creo que a Costa Rica!—le respondió con un grito, finalmente mirándolo.

Taeyong tuvo que fingir clemencia.

—¡Por Dios!—se acercó. —Eso es perfecto, simplemente dame un par de minutos, buscaré mi pasaporte, y mis medicinas, no puedo olvidar mis medicinas—comenzó a murmurar.

Ten ya tenía sus cosas en las manos, y estaba lo suficientemente decente como para salir. Ambos se acercaron a la puerta, mirando de reojo si la familia del doctor estaba cerca, entonces Ten volteó.

Y Taeyong escuchó perfectamente lo que dijo sin antes el doctor haber pronunciado algo.

—Adiós, Taeyong.

El negó, pero Ten simplemente se fué rápidamente en silencio.

[.......]

Ten consiguió un taxi al instante, mientras el contenedor que él y Taeyong habían visto anoche estaba siendo retirado. Entró al taxi, con lágrimas, que él quería pensar que eran por estrés.

Y el auto, que ya empezaba a tomar velocidad de a poco, se detuvo de la nada. Fue cuando Taeyong apareció asomándose por la ventana del taxi, Ten bajó el vidrio, solo para escuchar lo que él tenía que decir.

—Morir es solitario, lo sabemos—Taeyong se recargó en la ventana. —... No tiene que serlo.

Ten lo observó de reojo. —¿Siquiera tienes pasaporte?—Taeyong entonces lo sacó de su bolsillo, entregándoselo. —¿Quién es Diego Mustafá?—pronunció a penas.

—No tengo ni la menor idea, pero ha funcionado antes, muevete.

Ten volteó el rostro con una leve sonrisa, y se removió, dejando a Taeyong entrar junto a él. Entonces el taxi partió.

One Night Hookup / TaetenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora