- ¡Ayuda! ¡Ayuda! -me pongo a gritar.
Pánico. Siento mucho pánico. No puedo ayudarla, no sé nadar. Nadie viene, no me oyen. ¿Qué hago? Atenea está intentando salir, pero la corriente es fuerte y la arrastra. Consigue agarrarse a una rama. Gracias a Dios.
- ¡Haziel! ¡Ayuda!
Me acerco a ella, y estiro la mano todo lo que puedo para coger la suya, pero no llego. Mierda, solo faltan como 3 centímetros, pero si me estiro más voy a caer yo también al río.
- ¡No llego! ¡Ayuda! ¡Que alguien nos ayude! -sigo gritando. Silencio.
- No nos van a oír. Por favor, Haziel, ayúdame. No podré aguantar mucho más.
- Atenea, no sé nadar. Si entro en el río nos llevará a los dos.
Atenea empieza a llorar. No puedo dejar que le pase nada.
Me quito los zapatos y me tiro al agua, a su lado. Joder, la corriente es muy fuerte. Casi me lleva, pero consigo agarrarme a la rama. Por suerte es lo suficientemente fuerte como para sujetarnos a los dos, pero no como para escalarla.
- Tranquila, vamos a salir de aquí. Yo voy a sujetarte para que no te lleve la corriente, y tú intentas llegar hasta la orilla. Tú puedes, ¿vale?
- ¿Y tú qué vas a hacer? -dice, muy nerviosa.
- Eso ya lo veremos, ahora me importa sacarte a ti primero.
La agarro por la cintura, y ella se suelta del tronco. No es que pese mucho, pero su peso, más el mío, más la corriente del río y la herida de la espalda me están matando.
Ella estira los brazos hacia la orilla, e intenta nadar hacia ahí, pero no puede.
"Crack". La rama empieza a romperse, ¡mierda! Rápido, ¿qué hago?Antes de poder hacer nada, la rama se rompe, y el río nos lleva a los dos. La sujeto fuerte entre mis brazos. Veo una rama más adelante. Parece robusta, y está pegada a la orilla, es perfecta, pero estamos demasiado lejos.
Atenea no puede nadar, porque la tengo sujeta, y yo, aparte de no saber nadar, solo tengo un brazo disponible. Bueno, supongo que es hora de aprender. Ni siquiera sé cómo nos estoy manteniendo a flote, mucho menos sé cómo llegar hasta ahí.
Empiezo a agitar el brazo y las piernas. Me siento estúpido, pero funciona. Gracias a Dios el río es estrecho, y consigo llegar a tiempo. Me agarro al tronco, y empujo a Atenea hacia arriba para que pueda salir.
No me equivocaba, la rama es mucho más fuerte y me sujeta sin problema. Empiezo a escalarla para salir, no hay mucha distancia, y Atenea intenta ayudarme. Está totalmente agotada, pero no está herida, me alegro. En cambio, yo estoy sangrando. La herida me duele muchísimo.
- Lo siento Haziel, he sido una tonta. Por mi culpa te vuelve a sangrar la herida, y casi nos matamos. Más adelante hay una cascada muy alta y llena de rocas.
- Tranquila, no pasa nada, pero deberíamos volver con las demás.
- Espera, primero debo parar un poco tu sangrado. -Se quita la camiseta y se queda en sujetador. Aquí, bajo el sol, puedo ver su cuerpo perfectamente, y se me acelera el corazón. Seguro que ya estoy rojo como un tomate.
Atenea empieza a apretar la herida con su camiseta. Duele bastante, y no puedo evitar soltar un quejido. Ella me abraza por detrás, reposa su cabeza sobre mi hombro, y se me acelera un poco más el corazón.Está cansada, y es normal. La corriente del río era muy fuerte.
- Gracias -me susurra. -Me has salvado la vida.
- No hace falta que me agradezcas nada. No quiero que te pase nada malo.
Me giro para mirarla. Nos quedamos mirándonos el uno al otro. Es uno de esos momentos de película, en el que el tiempo se para, y se acaban besando. Pero no nos besamos.
Nos levantamos, y volvemos hacia atrás. Tardamos un poco, ya que el río nos ha arrastrado un buen tramo. Cuando llegamos nos preguntan qué ha pasado. Se lo explicamos a la profesora.
- Atenea, debes ir con más cuidado. Os lo he dicho mil veces, y tú vas y te sientas al lado del río. Bueno, venga, id a ducharos, y llévalo con la curandera. Creo que va a necesitar puntos, se le ha abierto bastante la herida -nos dice la profesora.
Las otras chicas parecen a punto de reventar de envidia al ver cómo nos vamos juntos.
Llegamos a la casa de la jefa, pero ella no está. Cogemos algo de ropa, dejando todo el suelo mojado. Pero bueno, supongo que eso no es importante ahora, ya que solo puedo pensar en que voy a ducharme con Atenea. Me da vergüenza, pero a la vez no voy a negar que me gusta la idea.
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La Isla: Infernum
Acak¡Libro completo disponible en Amazon! Haziel y sus padres naufragan en una isla habitada solo por mujeres. Al principio todo parece normal, aparte de la ausencia de hombres, pero poco a poco Haziel va descubriendo todos los secretos y mentiras que...