🐺 CAPITULO 16: Uno o dos nuevos miembros de la manada.🐉

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Alicent está embarazada. Le quedan algunas lunas por delante. Según el maestre y una partera, Arya insistió mucho. Otto intentaba hablar sobre el tema, pero Arya y Rhaenyra lo negaban a cada paso.

Arya había recibido una carta hacía unos días de Rickon en la que le decía que su esposa iba a dar a luz pronto, en cualquier momento. Arya sabía que tal vez se perdería el nacimiento, pero quería conocer a su sobrino. Sabía que iba a ser Cregan.

Alicent parecía nervioso, pero se tranquilizó al saber que Rhaenyra todavía estaría con ella.

“Viajar en barco te llevará demasiado tiempo, sin contar el tiempo que tardarás en llegar al interior del país. Estarás lejos de nosotros durante demasiado tiempo”, argumenta Rhaenyra.

—Y lo mismo ocurrirá con el carruaje durante todo el trayecto. Por eso tendré que irme pronto si quiero hacerlo rápido —señala Arya.

—Podrías llamarlo dragón —dice Rhaenyra.

—No soy una jinete de dragones, Rhaenyra —le dice Arya.

Habían estado debatiendo en el Solar mientras Alicent descansaba en uno de los asientos. Arya nunca se lo diría, pero verla embarazada la ponía nerviosa, incluso sabiendo el futuro potencial. Había visto morir a Aemma en la búsqueda de un hijo por parte de Viserys.

Arya y Alicent estaban haciendo punto de cruz, algo que Arya encontró relajante. 

Esta misma habitación había sido donde Aemma entretenía a las damas de la corte. Ahora era el deber de Alicent. Arya había oído los susurros cuando pensaban que nadie los oiría. Eran las mismas damas con las que Arya había pasado tiempo.

—No, pero yo sí —dice Rhaenyra.

—No. No me iré de Alicent sin que alguno de nosotros esté con ella —responde Arya.

Arya sabía que si ambos se iban, Otto intentaría envenenar a Alicent contra ellos. Le diría que Rhaenyra mataría a su hijo cuando tomara el trono. Rhaenyra le había asegurado a Alicent una y otra vez que eso no sucedería.

Rhaenyra había llegado a tener un hermanito, aunque a veces sus ojos se llenaban de tristeza cuando miraba a Alicent.

—Podría llevarte volando hasta allí. A Caraxes no le molesta el frío tanto como a algunos dragones —dice una voz desde la puerta.

Era Daemon, acechando como siempre.

Ha estado extraño en los últimos meses, más extraño de lo que suele ser. Ha vuelto. Merodeando por el castillo, entrenando a la guardia de la ciudad, pero no frecuentando tanto los lugares de Silk Street.

También tenía la costumbre de molestar a Arya. Cuando ella estaba en el patio de entrenamiento, él también lo estaba. Ella se escapaba de la Fortaleza Roja. Él la seguía.

Daemon tampoco responde cuando ella le pregunta por qué estaba haciendo eso. Él simplemente se encoge de hombros y le sonríe.

Arya se gira hacia él y le lanza una mirada.

“Has dejado claro que no te gusta el Norte. Creo que dijiste algo como 'las ovejas son más bonitas' o algo así”, responde Arya.

Él sonríe con esa sonrisa que la hace querer golpearlo.

“He cambiado de opinión”, responde.

—¡Es una gran idea! —dice Rhaenyra—. Puedo quedarme con Alicent y sé que estás a salvo con mi tío.

—Entonces está acordado. Podemos irnos esta noche —dice Daemon.

Arya los mira a ambos. Siente que le están tendiendo una trampa. Especialmente por la forma en que Rhaenyra le sonríe.

 𝐔𝐧𝐚 𝐦𝐚𝐧𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐝𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐲 𝐮𝐧 𝐥𝐨𝐛𝐨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora