En el vibrante mundo de la Fórmula 1, donde la velocidad no solo es un deporte sino un estilo de vida, las apariencias lo son todo, y los secretos se ocultan en cada curva del circuito. En medio de este entorno electrizante, Lando Norris, un piloto...
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Diciembre, 2020 Manhattan
Nicole
Entré al bar de Gala con un suspiro pesado, como si el peso del día me estuviera aplastando desde dentro. El bar, como siempre, estaba animado, lleno de risas y conversaciones a media voz, pero no estaba de humor para la multitud. Solo necesitaba ver a Gala, necesitaba desahogarme y que alguien me recordara que no estaba sola en este lío.
Gala, alta y con una sonrisa fácil, estaba detrás de la barra, preparando bebidas y charlando con los clientes habituales. Su cabello castaño estaba recogido en una coleta desordenada, y llevaba una camiseta ajustada con el logo del bar. Cuando me vio, sus ojos se iluminaron, y terminó rápidamente lo que estaba haciendo para acercarse.
—¡Lex!— exclamó, saliendo de detrás de la barra para abrazarme —¿Todo bien? No esperaba verte hoy.
Le devolví el abrazo, sintiendo un alivio momentáneo por su calidez —Necesito un trago. Y una amiga que escuche.
Ella me miró con una ceja levantada, guiándome a una mesa en una esquina más tranquila del bar —Eso suena serio. ¿Qué pasó?
Me dejé caer en la silla y Gala se sentó frente a mí, sus ojos fijos en los míos, esperando. Sabía que podía contarle cualquier cosa, que siempre estaba ahí para escucharme a demás de Avery —Es el piloto idiota—empecé, sin saber por dónde comenzar realmente —La cosa con él es... un desastre. Más de lo que esperaba.
Gala se inclinó hacia adelante, su interés claramente captado. —¿Es por lo de la modelo?
Por un momento me confundió que lo supiera pero después recordé que es fanática de la Fórmula 1.
Tomé un trago de la cerveza que había traído Gala, y asentí —Lo vieron saliendo de un hotel con una modelo. Y ahora hay fotos y videos por todas partes— sentí que mi voz temblaba ligeramente mientras hablaba por culpa de la ira y la frustración mezclándose en mi pecho.
Gala abrió los ojos con sorpresa —¿Pero no habías estado saliendo con el?
Me reí, un sonido amargo y seco —Esa es la parte graciosa. La gente piensa que estamos juntos, pero no es más que una farsa— me detuve, mordiéndome el labio y pensando si incumplir una de las cláusulas del contrato —Necesito que esto se quede entre nosotras, Gala. Nadie más lo sabe, pero... Lando y yo, no es real. Es solo por la prensa, por mi carrera.
Si, incumplo el contrato.
Gala parpadeó, tratando de procesar la información —¿Entonces no están saliendo realmente? ¿Es todo una mentira?
Asentí, sintiendo cómo la vergüenza comenzaba a filtrarse —Sí, es una mentira. Y se está volviendo difícil mantenerla. Especialmente cuando Lando sigue comportándose como un imbécil.
