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Diciembre, 2020Manhattan

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Diciembre, 2020
Manhattan

Nicole

Me paré frente al espejo, observando mi reflejo con detenimiento. El vestido dorado de lentejuelas que me envolvía relucía con cada movimiento, reflejando las luces suaves de la habitación. Era un diseño elegante y sofisticado, con un escote pronunciado y una falda que caía hasta el suelo, dejando al descubierto mis brazos y parte de mi espalda.

Me había tomado horas decidirme por este vestido, queriendo lucir perfecta para la fiesta de Año Nuevo de McLaren.

—Vamos, Nicole, solo es una fiesta más— me dije en voz alta, como si necesitara convencerme a mí misma. Pero sabía que no era solo una fiesta. Esta era una de las tantas oportunidades que tendría para demostrarle al mundo que estaba bien, que había superado todo.

Un golpe suave en la puerta me sacó de mis pensamientos. Era John, asomándose con una sonrisa aprobadora —Estás increíble. Vamos, el auto nos espera. No queremos llegar tarde.

Asentí, tomando aire profundamente antes de salir de la habitación. Mientras caminaba hacia la puerta, mis pensamientos volaban en todas direcciones.

Lando había sido un idiota desde el principio, pero sabía que él también estaba atrapado en esta situación tanto como yo. No podía permitirme distraerme con sus tonterías. Esta noche era sobre demostrar que todo estaba bajo control.

El trayecto hacia el hotel fue rápido, aunque me sentí como si el coche avanzara en cámara lenta. Podía ver las luces brillando desde lejos, el tráfico denso alrededor del lujoso edificio donde se celebraba la fiesta.

Al llegar, un mar de paparazzis nos esperaba, sus cámaras listas para captar cada momento. Me obligué a sonreír mientras bajaba del coche, ignorando los gritos de los reporteros y las preguntas que lanzaban al aire.

En el vestíbulo, las luces doradas y plateadas colgaban del techo, brillando como estrellas en un cielo nocturno.

Todo era lujo y glamour, desde las mesas adornadas con arreglos florales hasta la pista de baile donde los invitados ya se movían al ritmo de la música. Lando estaba allí, esperándome cerca de la entrada, con un esmoquin negro impecable. Cuando me vio su expresión no cambio en lo absoluto, simplemente me repasó de arriba a abajo.

—Acabemos con esto— dijo, su voz se escuchaba cansada.

—Si, concuerdo— respondí, manteniendo la calma. Sabía que tenía que comportarme, que debía ser la perfecta novia de mentira, pero su sola presencia me hacía tensarme.

John y Robert nos estaban observando desde el rincón e hicieron un gesto para que Lando me ofreciera su brazo.

A regañadientes Lando hizo lo que le ordenaron, y aunque dudé por un segundo, lo acepté. Sentí su brazo tenso bajo mi mano, y supe que él también estaba molesto por esto. Caminamos juntos hacia el salón principal, donde todos los invitados importantes ya estaban reunidos.

London Boy | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora