Marzo, 2021
BaréinNicole
La noche estaba lejos de ser relajada. Desde el momento en que el coche se detuvo frente a la entrada de la fiesta, las luces de las cámaras comenzaron a parpadear como un enjambre de abejas. La presión me envolvía, pero no podía darme el lujo de mostrarlo.
Mantuve la sonrisa perfecta mientras los fotógrafos gritaban nuestros nombres, pidiendo una y otra vez que nos volviéramos hacia ellos. Al lado, Lando parecía completamente impasible, tan acostumbrado a esta clase de situaciones que lo manejaba con la frialdad que siempre lo caracterizaba.
—Did, voy al baño— me susurró Avery al oído mientras nos abríamos paso por la entrada. La miré de reojo, asintiendo sin más. Con su vestido largo y elegante, se desvaneció entre la multitud, y algo dentro de mí me decía que no la vería de nuevo en toda la noche.
La música llenaba el ambiente, mezclada con el sonido del vidrio tintineando y las conversaciones de las decenas de personas alrededor. Todo parecía brillar y moverse a un ritmo distinto al mío. Intenté seguir a Lando, pero él caminaba varios pasos delante de mí, como si quisiera mantener la distancia.
Suspiré, sabiendo que era mejor distraerme. Me acerqué a la barra y pedí una bebida. Mientras esperaba, sentí un frío en la nuca que no provenía de la fiesta. Giré la cabeza ligeramente y vi a dos mujeres con Lando, a una la reconocía, era una modelo brasileña Luisinha, y la otra... Rebecca, la mujer con la que habían fotografiado a Lando aquella vez en el hotel.
Las dos estaban de pie, riendo entre ellas, con una postura que irradiaba confianza y despreocupación.
Antes de que pudiera desviar la mirada, Lando abrazó a una de ellas por los hombros.
Mi estómago dio un vuelco cuando lo vi sonreír, una sonrisa que rara vez veía cuando estaba conmigo. Se inclinó para saludar a Rebecca y luego a Luisinha, pero la forma en que sus ojos se posaron en ella me hizo hervir por dentro. Su tono, la manera en que se inclinaba más cerca de lo necesario, todo indicaba que estaba coqueteando abiertamente.
"¿En serio?", pensé, sintiendo cómo la irritación crecía en mí. Me obligué a mirar a otro lado, intentando recordar que esto era solo un contrato. Solo una actuación.
Justo en ese momento, John apareció a mi lado, con una expresión seria que me recordaba lo que debía hacer. "Acércate a ellos", decía su mirada. No podía evitarlo, así que di un trago a mi bebida y comencé a caminar hacia donde estaban. Cada paso se sentía más pesado que el anterior.
Cuando llegué, sorprendentemente Rebecca me saludó amablemente, y Luisinha ni se molestó en disimular su desdén. Sabía que esta mujer no era una amenaza real, pero la sensación de inseguridad mezclada con la frustración de ver a Lando actuar como si nada me estaba desbordando.
—Oh, disculpa— dijo Luisinha, con una sonrisa en los labios que no alcanzaba sus ojos, justo antes de que su copa se inclinara ligeramente, derramando un poco de su bebida en mi vestido.
El frío del líquido empapando la tela me hizo retroceder un paso, parpadeando rápidamente para procesar lo que acababa de pasar. Mis manos temblaron levemente, pero no de miedo, sino de furia contenida.
—¡Lo siento tanto!— exclamó Luisinha, con una expresión que, claramente, no reflejaba ninguna disculpa sincera.
Respiré hondo, mi mandíbula tensándose mientras veía cómo Lando solo observaba la situación sin hacer absolutamente nada. Sin una palabra de defensa, sin un solo gesto que mostrara que le importaba lo que acababa de suceder. No dije nada, pero sentí cómo la frustración se transformaba en una furia que apenas podía contener.
—Voy al baño— dije, con una calma que no sentía.
Me di la vuelta y caminé lo más rápido que pude hacia el baño, mis manos aferradas a la falda de mi vestido mientras intentaba limpiarlo. El baño estaba vacío, y me apoyé contra el lavabo, mirando mi reflejo en el espejo. Mi rostro estaba pálido, la rabia aún chispeando detrás de mis ojos. Este contrato, esta farsa... estaba empezando a ser insoportable.
Escuché la puerta abrirse detrás de mí, y supe inmediatamente quién era solo por el olor de la loción que inundó mis fosas nasales.
—¿Qué fue eso?— pregunté sin darme la vuelta, mi voz cargada de resentimiento.
—¿Qué fue qué?— respondió Lando con su habitual tono desinteresado.
Me giré, mirándolo con incredulidad.
—¿De verdad vas a actuar como si no lo hubieras visto? Coqueteando abiertamente con Luisinha, sin importar quién estuviera mirando, y luego ni siquiera defendiste cuando me tiró su bebida encima. ¿Eso es lo que piensas que es mantener las apariencias?
Lando frunció el ceño, pero no parecía sorprendido ni afectado por lo que decía.
—No fue la gran cosa, Nicole. No es como si lo hubiera hecho a propósito.
—¡Claro que lo hizo!— mi voz se elevó, y me acerqué a él, apuntándolo con el dedo —En serio estoy tratando de cumplir con este maldito contrato, pero no voy a quedarme de brazos cruzados mientras me humillan públicamente, y menos con alguien con quien se supone que debo estar en una relación.
Lando apretó los labios, y por un momento, pensé que iba a disculparse. Pero no. En cambio, se cruzó de brazos y me miró con una mezcla de exasperación y frialdad.
—Nicole, esto es parte del trato. La gente habla, los rumores vuelan. No puedo controlar lo que hacen los demás, y sinceramente, no me importa lo que piensen. Si no puedes soportarlo, entonces este contrato va a ser mucho más largo de lo que piensas.
Sentí cómo mi corazón se aceleraba de rabia. Él realmente no lo entendía.
—No se trata de lo que piensen los demás, Lando. Se trata de respeto. Si estamos en esto juntos, al menos finge que te importa lo suficiente como para no ponerme en una situación en la que quede como una tonta.
Nos miramos por unos largos segundos, el silencio llenando el pequeño baño. Lando no dijo nada más, y la frustración y el dolor empezaron a mezclarse dentro de mí.
—Voy a regresar a la fiesta. Haz lo que quieras, Lando— murmuré, empujando la puerta para salir.
Me alejé sin esperar su respuesta, sintiendo el peso de cada paso que daba.
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London Boy | Lando Norris
FanfictionEn el vibrante mundo de la Fórmula 1, donde la velocidad no solo es un deporte sino un estilo de vida, las apariencias lo son todo, y los secretos se ocultan en cada curva del circuito. En medio de este entorno electrizante, Lando Norris, un piloto...