En el vibrante mundo de la Fórmula 1, donde la velocidad no solo es un deporte sino un estilo de vida, las apariencias lo son todo, y los secretos se ocultan en cada curva del circuito. En medio de este entorno electrizante, Lando Norris, un piloto...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Diciembre, 2020 Manhattan
Nicole
La nieve caía de una manera casi hipnótica sobre la ciudad, llenándola de un fina capa blanca que, desde siempre, me ha causado una tranquilidad inmensa.
Observé por la ventana de mi oficina mientras la ciudad se sumía en el gris de la tarde, las luces de los edificios titilando en la distancia. Se había decidió que la reunión sería aquí para que fuera lo más cómodo y confidencial posible.
En estos momentos, Queen estaba tumbada a mis pies, aparentemente tranquila, ajena al torbellino de emociones que me revolvía el estómago. John había insistido en que la trajera para que de esa manera pudiera controlar un poco mis emociones.
El ambiente frío y profesional de este lugar apenas lograba contener mi ansiedad.
John estaba sentado en mi escritorio frente a mí, con su cabellera rubia perfectamente peinada, revisando una pila de documentos, preparando la reunión que estábamos a punto de tener.
Al inicio, cuando mi representante me dijo que hoy se llevaría a cabo la reunión para acordar los términos del contrato, yo no quería venir, de hecho me negué rotundamente pero el insistió tanto que aquí estoy.
Me obligué a mi misma a entender que esta terminaría siendo la única solución para el desastre de imagen que se había ocasionado. Así que estaba dispuesta a dar lo mejor de mí y cooperar para poder llevar bien esta "relación".
La idea de ver a Lando Norris de nuevo me ponía los pelos de punta.
No era solo el incidente en el bar lo que me tenía en guardia, sino la posibilidad de que todo esto se saliera de control. Por que en caso de que no se note, me encanta ser controladora y saber cada simple cosa que va a pasar.
Con este acuerdo o lo que sea, no sabré lo que va a pasar y eso me está inquietando.
La puerta de la oficina se abrió y entró un hombre un poco mayor, era Robert, el manager de Lando según lo que me había dicho John, con su aspecto impecable y con una expresión de calma calculada que al parecer siempre llevaría puesta.
Detrás de él, Lando entró con un andar relajado, aunque su cara no mostraba ningún rastro de la despreocupación que había visto en él antes. No había ni una sonrisa, ni un saludo amistoso. Solo un leve asentimiento en mi dirección mientras tomaba asiento en el sillón de enfrente mío.
Eso me confirmaba que la otra noche solo había sido un ebrio idiota, tal vez sobrio me podría agradar.
—Gracias por venir— dijo John, tomando el control de la reunión de inmediato —Creo que todos estamos de acuerdo en que esto necesita manejarse con cuidado. La foto en los tabloides ha generado más revuelo del esperado, y es importante que controlemos la narrativa.
