Enero, 2021
ManhattanNicole
El día había llegado. Mi primer concierto desde la pesadilla que fue el último año. Mi gira, la que me devolvería al escenario, a la música que tanto amaba, estaba a punto de comenzar, pero mientras la ciudad rugía con emoción allá afuera, dentro de mí solo había un abismo.
El camerino estaba lleno de personas, movimiento, y murmullos de quienes trabajaban en cada pequeño detalle para que el show fuera perfecto. Mi estilista, Gina, estaba ocupada ajustando los últimos detalles de mi vestuario. Un vestuario hecho a medida, brillante pero elegante, como querían que fuera mi regreso. El maquillaje ya estaba terminado y mis rizos caían en suaves ondas sobre mis hombros.
Pero algo no estaba bien.
Mientras me miraba en el espejo, viendo la imagen de una cantante famosa lista para enfrentar a miles de fans, una presión desconocida comenzó a crecer en mi pecho. Mis manos empezaron a temblar ligeramente. El sonido de las voces a mi alrededor se distorsionaba, como si estuvieran bajo el agua, lejanas.
—Nicole, tienes que ver esto— dijo John mientras entraba apresurado en el camerino, sosteniendo su teléfono. Pero su voz apenas llegaba a mis oídos.
Mis latidos se aceleraban, y la respiración empezó a volverse errática. Apreté los bordes de la silla mientras intentaba inhalar profundamente, pero mis pulmones no parecían estar funcionando bien. Sabía lo que estaba pasando. Era un ataque de pánico. Uno de esos que no había tenido en mucho tiempo, pero que siempre me sorprendían cuando menos lo esperaba.
John seguía hablando, aunque yo ya no lo escuchaba. Gina me preguntaba algo, pero tampoco pude responder. Mi visión se nublaba. Era como si el mundo a mi alrededor se volviera borroso, y lo único que podía sentir era esa opresión en el pecho, una que me gritaba que no estaba preparada para esto, que no podía hacerlo.
Me levanté de la silla bruscamente, empujando a un lado a los que estaban cerca. Necesitaba aire, necesitaba espacio. Salí del camerino sin mirar atrás, ignorando las miradas de confusión de los que me rodeaban, hasta que llegué a un pasillo más silencioso. Apoyé la espalda contra la pared, intentando recuperar el control de mi respiración.
—No puedo, no puedo hacer esto— murmuré para mí misma, con la voz entrecortada. La presión seguía apretando mi pecho, como si me estuviera estrangulando desde dentro.
Justo cuando pensaba que iba a colapsar por completo, una voz grave me sacó de mi espiral.
—¿Nicole?
Era Lando. Claro, él también estaba allí, parte del maldito contrato que me ataba a esta farsa. Lo había visto de lejos durante el día, pero no habíamos cruzado palabra más allá de lo estrictamente necesario.
Lo último que quería era que él me viera así.
—Déjame en paz, Norris— logré decir entre jadeos, intentando sonar fuerte, pero mi cuerpo seguía temblando.
—¿Qué te pasa?— preguntó, pero su tono no era de burla ni indiferencia, como esperaba. Había algo más en su voz, una especie de preocupación que no reconocí de inmediato.
Sentí su mano en mi brazo, y aunque el simple contacto me asustaba más de lo que quería admitir, no la aparté. Respirar se volvía más difícil, y mi mente me traicionaba, transportándome de vuelta a un tiempo donde las manos de un hombre no significaban consuelo, sino dolor.
—Nicole, mírame— dijo Lando, su voz ahora firme pero tranquila —Tienes que calmarte. Respira conmigo.
Lo miré, aunque mis ojos estaban llenos de lágrimas y desenfocados por la ansiedad. Pero hice lo que me pidió. Inspiré profundamente, aunque no fue tan fácil como parecía. Mi pecho todavía dolía, como si cada respiración fuera una lucha.
—Escucha, esto no tiene por qué ser perfecto— dijo, sus ojos azules fijos en los míos. Había algo en su mirada que me obligó a quedarme quieta, a enfocarme en él en lugar de en mi miedo —No tienes que ser perfecta, solo tienes que ser tú.
Sus palabras me sorprendieron. ¿Desde cuándo Lando Norris sabía cómo decir algo tan... genuino? Pensé que solo era parte del contrato, de la imagen que ambos debíamos proyectar, pero aquí estaba, mostrándome un lado que no conocía de él.
—Es solo un concierto— continuó, su voz suave pero insistente —La música es lo tuyo, Nicole. Esto es lo que amas, ¿recuerdas?
Mis respiraciones comenzaron a normalizarse, poco a poco. Él seguía allí, de pie frente a mí, manteniéndome centrada. El temblor en mis manos se redujo y, aunque mi cuerpo aún estaba tenso, el ataque de pánico parecía comenzar a disiparse. Me di cuenta de que sus manos seguían en mis brazos, sosteniéndome.
—Gracias— susurré, aunque todavía no estaba segura de cómo interpretar lo que acababa de pasar.
Lando me soltó suavemente, dándome espacio. Algo pasó entre nosotros en ese momento. No lo supe definir, pero por un instante me sentí conectada a él de una manera extraña, más allá del contrato, de las cámaras, de las apariencias. Pero la realidad me golpeó de nuevo cuando alguien más irrumpió en el pasillo.
—Nicole, es hora— dijo uno de los productores, asomándose desde la puerta del camerino.
El momento se rompió. Lando retrocedió, volviendo a su postura fría, casi distante. Asentí, aún sintiendo mi corazón latir con fuerza, pero esta vez no por miedo.
—Voy en un segundo— respondí, enderezándome.
Miré a Lando una vez más antes de dirigirme hacia la puerta del escenario. Él no dijo nada, simplemente asintió, pero pude ver en su rostro que lo que acababa de pasar entre nosotros también lo había afectado. Aunque no sabía cómo ni por qué.
Cuando llegué al escenario, las luces se apagaron y los gritos del público comenzaron a llenar el lugar. Las pantallas se iluminaron, anunciando mi regreso. Y aunque los nervios aún estaban presentes, ahora había algo más que los contrarrestaba. Tal vez era la música. O tal vez, solo tal vez, era el pequeño respiro que Lando me había dado.
El show debía continuar, y eso era exactamente lo que iba a hacer.
***
holaaa, me pasaba para decirles que se imaginen la gira como el reputation stadium tour, sinceramente así me la imagino yo.
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London Boy | Lando Norris
FanfictionEn el vibrante mundo de la Fórmula 1, donde la velocidad no solo es un deporte sino un estilo de vida, las apariencias lo son todo, y los secretos se ocultan en cada curva del circuito. En medio de este entorno electrizante, Lando Norris, un piloto...