12: El Precio de la Traicion

91 6 1
                                    

El sol brillaba con fuerza aquella mañana, y a primera vista, el día parecía prometedor. Para mí, sin embargo, la tranquilidad era una ilusión fugaz. Después de todo lo que había pasado, los días no eran más que un desfile de momentos difíciles, pero había algo en la calma de esa mañana que me hizo sentir, por primera vez en mucho tiempo, que las cosas podrían mejorar.

Izuku y yo habíamos estado hablando más a menudo desde mi regreso al colegio. Aunque mi corazón aún llevaba el peso de lo sucedido, él se había convertido en un pilar de apoyo constante. Siempre encontraba maneras de animarme, de hacerme reír, y de recordarme que no estaba sola. Era una sensación reconfortante, pero también estaba cargada de ansiedad. Mi confianza en que las cosas se arreglarían estaba disminuyendo, y las dudas empezaban a asomarse en mi mente.

Esa mañana en particular, Izuku parecía especialmente decidido. Mientras caminábamos hacia el colegio, noté una expresión de preocupación en su rostro que no podía ignorar. No dije nada al respecto, pero sabía que estaba tratando con algo importante. Me sorprendió que, a pesar de su energía positiva, había un aire de seriedad que no podía pasar desapercibido.

El día transcurrió con normalidad, entre clases y momentos compartidos con Izuku. Sin embargo, la extraña sensación en el aire persistía. Después de la última clase, Izuku me pidió que lo acompañara a la sala de profesores. No me dio muchos detalles, solo que tenía que hablar con algunas personas que podían ayudar. Aunque mi intuición me decía que algo no estaba bien, decidí confiar en él y le seguí.

La sala de profesores estaba en un bullicio constante. No era el lugar más cómodo para tener conversaciones privadas, pero Izuku parecía decidido a llevar a cabo su misión. Me senté en una esquina mientras él conversaba con varios profesores. A medida que la conversación avanzaba, mi nerviosismo crecía. Sentía una presión constante, como si algo estuviera a punto de suceder.

De repente, la puerta se abrió con un chirrido, y el director de la escuela entró en la sala. La mirada en su rostro era grave, y el ambiente cambió instantáneamente. Me sentí incómoda y confundida. ¿Por qué estaba aquí el director? ¿Qué estaba sucediendo?

Izuku se acercó al director con una expresión de preocupación. Los profesores se hicieron a un lado, y el director comenzó a hablar con un tono serio que me hizo estremecer.

—Izuku Midoriya, Kaomi Kuroki —dijo el director, dirigiéndose a nosotros—. Me han informado de una grave acusación que han levantado contra un estudiante de esta escuela. Específicamente, se han alegado comportamientos inaceptables por parte de Katsuki Bakugou—.

El nombre de Bakugou me hizo estremecer. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, y mi mente se llenó de confusión. ¿Cómo sabía el director sobre esto? ¿Cómo se había enterado?

—Lo que está pasando es muy serio —continuó el director—. Katsuki Bakugou es un estudiante destacado, a pesar de sus problemas de actitud. Es inaceptable que se levanten acusaciones tan graves sin pruebas. ¿Qué tipo de evidencia tienen para hacer tales afirmaciones?—.

Izuku intentó explicar, pero sus palabras se perdían en la seriedad de la situación. El director parecía estar cada vez más enfadado, y yo sentía como si estuviera en medio de una tormenta. La confusión me envolvía, y la traición se sentía palpable.

—Lo siento —dijo Izuku, con la voz temblorosa—. Yo solo intentaba ayudar a Kaomi. Ella ha estado sufriendo mucho, y pensé que, si llevábamos esto a las autoridades, podríamos encontrar una solución—.

El director frunció el ceño y dirigió su mirada hacia mí. La intensidad de su mirada me hizo sentir aún más incómoda. Mi mente estaba en caos, y la realidad de la situación comenzaba a asentarse. La traición de Izuku era un golpe directo a mi ya herido corazón.

—Kaomi —dijo el director—, ¿es esto cierto? ¿Acusas a Bakugou sin pruebas?—.

No podía encontrar las palabras para responder. Me sentía atrapada en una red de confusión y traición. Mi mirada se encontró con la de Izuku, y pude ver el arrepentimiento en sus ojos. Pero ese arrepentimiento no podía borrar el daño que ya había causado.

—No sé qué decir —dije, mi voz apenas un susurro—. Todo ha sido un malentendido. No quería que esto sucediera—.

El director asintió con una mezcla de decepción y frustración.

—No se puede tomar a la ligera una acusación sin pruebas. Este asunto está cerrado por ahora. Ambos deben tener cuidado con cómo manejan estas situaciones en el futuro—.

La sensación de injusticia y confusión era abrumadora. Mientras el director se alejaba, sentí una oleada de tristeza y enojo. Me volví hacia Izuku, que parecía estar a punto de hablar, pero yo lo interrumpí.

—¿Por qué hiciste esto? —pregunté, mi voz temblando—. ¿Por qué no mantuviste esto en secreto? ¡Yo no necesitaba que hicieras esto! Necesitaba tu apoyo, no que fueras el causante de mas problemas—.

Izuku intentó explicar, pero sus palabras solo parecían aumentar mi dolor. La discusión entre nosotros se intensificó. La rabia y la tristeza se entremezclaban en nuestras palabras, y cada reproche que le lanzaba parecía amplificar el dolor que sentía. Los otros estudiantes comenzaron a murmurar a nuestro alrededor, y la atmósfera se cargó de tensión y tristeza.

—Kaomi, yo solo quería ayudarte —dijo Izuku, con lágrimas en los ojos—. No pensé que esto podía salir mal. No sabía qué más hacer.

—¿Ayudarme? —repliqué, mi voz quebrándose—. Lo que hiciste fue traicionarme. No necesitaba que otros supieran. Necesitaba que estuvieras a mi lado, que me apoyaras, no que hicieras las cosas aún más difíciles.

La discusión se prolongó por lo que parecieron horas. Ambos estábamos agotados emocionalmente, y el dolor era palpable. Al final, el enojo y la tristeza se transformaron en una decisión difícil.

—No puedo seguir así —dije, mi voz apenas un susurro—. Necesito espacio. No quiero hablar contigo ahora—.

Izuku asintió lentamente, su rostro reflejando la tristeza y el arrepentimiento que sentía. Nos separamos, y la distancia entre nosotros se sentía como una barrera infranqueable. Los murmullos de los estudiantes se convirtieron en un telón de fondo, y el dolor en mi pecho era casi insoportable.

Caminé hacia mi casa con lágrimas en los ojos, sintiendo el peso de la traición y el dolor. La sensación de haber perdido la confianza en alguien a quien consideraba un amigo cercano era devastadora. La verdad era que no sabía cómo seguir adelante, y la incertidumbre sobre el futuro me abrumaba

El Precio de las cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora