15: El Precio del Vulnerabilidad

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Sabía que no podía seguir huyendo para siempre. Habían pasado días desde la última vez que puse un pie en la secundaria, evitando enfrentarme a los recuerdos y a las personas que me aterrorizaban. Sin embargo, una parte de mi comprendía que, tarde o temprano, tendría que volver a enfrentarme a esa realidad.

Esa mañana, cuando mi despertador sonó, me quedó inmóvil en la cama, mirando el techo mientras una maraña de pensamientos y emociones me arremolinaban en mí mente.

-No puedo seguir escondiéndome...,- Me dije a sí misma, aunque mi voz interior parecía débil y temblorosa.

Finalmente, reuní el valor suficiente para levantarme y dirigirme al baño. La fría cerámica del suelo me hizo estremecerse, y por un instante, desee volver a la calidez de las sábanas. Pero me recordé a sí misma que ya había tomado una decisión. Debo volver, aunque sea aterrador.

Encendí la ducha y, sin pensarlo demasiado, deje que el agua fría cayera sobre mi cuerpo. El frío me hizo jadear, pero también me ayudó a despejar mi mente. Mientras el agua caía, inclinó la cabeza, dejando que mi mirada se perdiera en las baldosas del suelo. Los pensamientos oscuros comenzaron a surgir nuevamente.

"¿Qué haré si lo veo? ¿Cómo podré enfrentarme a él después de todo lo que ha pasado?"

El miedo se instaló en mi pecho, apretándolo como una garra invisible. ¿Y si todo vuelve a ser como antes? El agua seguía cayendo, pero no podía ahogada mis pensamientos. Recordaba cada detalle de los últimos encuentros con Bakugou, su actitud, sus palabras, la manera en que me había intimidado hasta quebrarme.

—No soy lo suficientemente fuerte—, pensé, sintiendo que el miedo me paralizaba.—¿Cómo podría serlo?—

Cuando llegué a las puertas de la secundaria, me detuve por un momento, mirando el edificio que había sido tanto mi refugio como mi prisión. "Puedes hacerlo," me dije una vez más, cerrando los ojos y tomando aire. Y con esa convicción, crucé el umbral.

Camino por los pasillos del colegio con la cabeza baja, evitando el contacto visual con los demás. Sé que murmuran a mis espaldas. Puedo sentir sus miradas inquisitivas, llenas de curiosidad y juicio, aunque no sepan realmente lo que pasó. Es como si pudieran ver a través de mí, como si conocieran mi secreto, y eso me hace sentir aún más expuesta.

Él me había quitado algo más que mi seguridad. Me había robado mi paz, la confianza en mí misma, y con cada mirada satisfecha que me lanzaba en los pasillos, me recordaba que ahora era suya, de alguna manera torcida y enferma.A pesar de todo, trate de actuar con normalidad.

Izuku ha intentado acercarse a mí todos los días desde el incidente en mi casa. Dejando pequeñas cartas y golosinas en mi casillero, como si esas cosas pudieran reparar el daño que se ha hecho. Aprecio su intención, pero no puedo evitar sentirme aún más sola. No sabe cómo ayudarme, y cada vez que lo veo, me recuerda lo que ocurrió, la traición que sentí cuando nos llevaron a la oficina del director.

"Kaomi, lo siento mucho... No quería hacerte sentir incomoda. Solo quería ayudarte."

"Lamento mucho lo que paso a decir verdad no debí decir nada, tu confiaste en mi. Perdón por decepcionarte."

"Pregunte por ti todos los días, estaba muy preocupado."

"Me alegro mucho verte hoy aquí, espero que estés mejor."

"Me alegro mucho que sacaras una buena calificación en Educación Física, sigue esforzándote."

"Note que te cortaste un poco el cabello se te ve muy bien."

La voz de Izuku resuena en mi mente mientras leo sus cartas. Las palabras están escritas con torpeza, como si no supiera exactamente qué decir. Veo el esfuerzo que ha puesto, pero eso no alivia el peso que llevo dentro.

Recuerdo el momento en que nos enfrentamos al director. Su mirada severa, las acusaciones que lanzó sin siquiera escuchar nuestra versión de los hechos. Para él, Bakugou era un estudiante ejemplar, alguien que nunca haría algo tan bajo. Y yo, la chica que no tenia nada, fui la que quedó como mentirosa. ¿Cómo podría alguien como yo, sin un poder que mostrar, decir la verdad sobre alguien como él?

Después de esa reunión, me sentí traicionada por Izuku. Pensé que podía confiar en él, que sería mi apoyo en este infierno, pero todo salió mal. Y ahora, estoy aquí, luchando contra mis propios demonios, sin saber a quién recurrir.

La distancia entre nosotros ha crecido desde entonces. A veces lo veo de lejos, mirándome con preocupación, pero ya no me acerco a él. No puedo. Cada vez que intento, la vergüenza y el miedo me detienen.

"Quisiera volver hablar contigo, pero se que estas enojada, no me gustaría molestarte."

"Kaomi, lo siento... por favor, perdóname."

Mas carta, otra disculpa. A veces las leo y otras veces no tengo la fuerza para hacerlo. Solo las guardo en una caja, junto con los dulces que me deja. No tengo el corazón para tirarlos, pero tampoco puedo disfrutarlos.

El silencio entre nosotros es ensordecedor. No sé cuánto más puedo soportar antes de romperme por completo. Cada día que pasa me siento más pequeña, más insignificante, como si estuviera desvaneciéndome en el fondo de un abismo del que no puedo salir.

Las noches son las peores. Cuando estoy sola en mi habitación, el silencio me abruma y los pensamientos no dejan de acosarme. Me pregunto cómo hubiera sido mi vida si las cosas fueran diferentes. Si hubiera tenido un don. Si Bakugou no me hubiera visto como inferior. Si Izuku no hubiera intentado ayudarme de esa manera.

Pero todo eso son solo suposiciones. La realidad es que estoy aquí, atrapada en una pesadilla de la que no sé cómo despertar. Y cada vez que intento levantarme, me siento más débil.

No sé cuánto más podré aguantar.

El Precio de las cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora